El pecado es ruptura, alejamiento y dolor. Las relaciones son complejas. Las actitudes egoístas, inmaduras, cerradas crean conflicto y hacen daño. Es preciso corregir y ser corregido. Aceptar la verdad en quien la dice y la escucha. Buscar el encuentro y la comunión.
Hoy Jesús nos instruye sobre la reconciliación y la importancia de resolver nuestras diferencias. El evangelio nos habla sobre la corrección fraterna. Se corrige con cariño, pensando en el otro que es el protagonista, con palabras delicadas, con caricias que facilitan encuentro. Se corrige al hermano comenzando con una escucha, activa, intensa y sin prejuicios. El otro es mi hermano, lo corrijo con amor.
Reflexiona sobre las relaciones de tu vida. Piensa un poco en si hay alguien a quien necesitas perdonar o pedir perdón. Ora pidiendo al Espíritu Santo que te guíe en el camino de la reconciliación y te dé la gracia de restaurar en el amor de Cristo tus relaciones rotas.
La comunión no es un lujo, sino un mandato. Si el hermano yerra, el amor nos impulsa a corregir con mansedumbre, no para condenar, sino para restaurar. El Señor nos llama a sanar toda herida y vivir en unidad.
Señor Jesús, te damos gracias por tu palabra, que nos llama a la reconciliación y al perdón, a sanar nuestras relaciones y a vivir en paz. Hoy te pedimos que, en medio de nuestros conflictos, nos des la sabiduría para acercarnos al hermano con humildad, para escuchar, para perdonar ¡ y para restaurar lo que se ha roto.
Te pedimos, Señor, que en cada paso que demos, sigamos el ejemplo de tu madre, María,
quien, con su corazón lleno de amor, aceptó tu voluntad y fue instrumento de paz y unidad.
Padre, sabemos que donde dos o más se reúnen en tu nombre,
Tú estás presente. Te pedimos que nos guíes hacia la unidad, que nos ayudes a vivir en armonía y en amor fraterno, siguiendo siempre el camino de tu justicia y misericordia.
En el nombre de Jesús, y bajo la protección de nuestra Madre María, Amén.
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