Sus preferidos
“Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de
la tierra,
porque has escondido estas cosas
a los sabios y a los entendidos,
y
las has revelado a la gente sencilla” (Lc 10, 21-24).
A Jesús le brota una alegría desbordante, y la deja
correr a su alrededor como hace la fuente con el agua.
Es la primera vez que los suyos realizan algo que
responde a la acción del Espíritu: han ayudado a los caídos a recuperar su
dignidad.
La desconcertante
experiencia de Dios, traducida en mil gestos de servicio a los demás, que posee
la gente sencilla es un tesoro para la Iglesia.
Me acerco despacio a las personas y me
dejo sorprender por las maravillas que el Espíritu recrea en ellas cada día.
Me alegro y alabo a Dios por todo
ello.
Frente a los miedos, las preocupaciones, la rutina, las
prisas... ¡déjate contagiar por la alegría que brota del Evangelio!
¡Y compártela con los demás!
"Te doy
gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los
entendidos, y las has revelado a la gente sencilla".
Haznos, Señor, sencillos y humildes de corazón.
Acoger el sentido de la Vida, sólo desde la sencillez y
la pobreza.
Señor, concédenos este don.
¡Llenos de la alegría en el Espíritu Santo porque hemos
descubierto la gratuidad de la bondad de la salvación!
¡Alaba y bendice junto a Jesús al Padre que estamos en
tiempo para ello!
¡Qué escándalo!
Cuánta sabiduría escondida en aquellos que decidieron
ponerse a los pies de los mas pequeños, cuanto amor regalado.
Qué gran regalo revelado
Queremos alabar y bendecir, junto a ti María, el bendito
fruto de tus Purísimas entrañas.
Él será imagen de la bondad del Padre.
Para María siempre seremos sus pequeños.
Padre: que no me
quede con lo que me dicen los hombres de tu Hijo.
Quiero sentir a tu Hijo revelado por ti en mi corazón.
Hijo: que no me quede con esas ideas humanas de tu Padre.
Quiero sentir al Padre que tú mismo vivías.
Quiero sentir y vivir al Padre que tú nos revelabas en tu Evangelio.
“Nadie conoce al Padre sino el Hijo y nadie conoce al Hijo sino el Padre”.
Padre, dame la gracia de conocer a tu Hijo.
Hijo, dame la gracia de conocer a tu Padre.
Quiero sentir a tu Hijo revelado por ti en mi corazón.
Hijo: que no me quede con esas ideas humanas de tu Padre.
Quiero sentir al Padre que tú mismo vivías.
Quiero sentir y vivir al Padre que tú nos revelabas en tu Evangelio.
“Nadie conoce al Padre sino el Hijo y nadie conoce al Hijo sino el Padre”.
Padre, dame la gracia de conocer a tu Hijo.
Hijo, dame la gracia de conocer a tu Padre.
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