¡Gloria a Dios!
«Se llenó Isabel
de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”» (Lc 1, 39 56)
La Asunción de María al cielo es la respuesta de Dios a
la apertura incondicional de María a Su voluntad, que hizo posible la
encarnación del Hijo por el poder del Espíritu.
En Dios hay un espacio para todos aquellos que, como María, dejan un espacio a Dios
en su vida.
Asumir lo más sencillo en lo más pleno. Volver eterno el “hágase” de un instante. Convertir una historia de fidelidad en un Magnificat para todas las historias.
Isabel pronuncia la primera bienaventuranza del Evangelio: María es dichosa por creer lo que se anuncia de parte de Dios. Más tarde lo confirma Jesús: María es proclamada feliz por «escuchar la Palabra de Dios y practicarla» (Lc 11,28).
La respuesta de María es proponer a Dios como referencia de lo que es, reconociendo
su pequeñez, mostrando un Dios que acoge al que sufre...
Su propuesta es la humildad y sencillez para dejar sitio y relevancia a Dios.
El triunfo de María a los cielos, es la esperanza de los sencillos que ven en la Madre de Jesús, el refugio y fortaleza de los males de este mundo. Salve Santa Virgen, líbranos ahora de los contagios y muertes de esta pandemia global.
Todas las generaciones la llaman bienaventurada, por
haber creído en las promesas de Dios a su pueblo: que Él visita a los humildes,
los pobres y los hambrientos, para cumplir en ellos y por medio de ellos, lo
anunciado por sus profetas
Hago mío el cántico de María, porque mi corazón se siente también lleno de
alegría, de esperanza, de confianza en el amor del Padre.
El mal no tiene la última palabra.
Jesús, el don de Dios para el mundo, ya lo ha vencido.
Y su misericordia llena la tierra.
¡Gloria a Dios!
Virgen Santa, Madre Nuestra, Tú que subiste al cielo para reunirte con tu Hijo, ayúdanos a todos nosotros, para que podamos adorarle y amarle fielmente con total confianza y seguridad, todos los días de nuestra vida.
Señor Jesús, en tu
resurrección, venciste a la muerte
y abriste las puertas de la vida eterna, eternamente feliz,
puertas que ha traspasado la Virgen María, nuestra madre,
al ascender en cuerpo y alma a la Casa del Padre.
Unidos a Ti, unidos a la Virgen asunta al cielo,
también nosotros esperamos alcanzar la felicidad más grande
que el Padre ha preparado con cariño a todos sus hijos e hijas.
María, Tú eres la Virgen elevada, la Madre de la Esperanza.
Ayúdanos a mantener y compartir la esperanza en un mundo mejor,
la esperanza de la vida eterna. Amén
Feliz día de la Asunción.
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