Es tan evidente…el corazón puesto en la realización personal, en el poder, en el satisfacer los apetitos, en la vida regalada, en el acumular, en la codicia, en el asegurar el porvenir que no sabemos ni tan siquiera si vendrá…tesoros que no meteremos en el ataúd, que se acabarán comiendo las polillas y las carcomas de la más profunda insatisfacción personal
En nuestra cultura occidental andamos muy preocupados por acumular bienes materiales, de forma legítima e incluso fraudulenta. Jesús de Nazaret nos invita a cambiar de perspectiva: los bienes de la tierra se pierden; mejor buscar los tesoros del cielo, donde no se pueden perder.
El corazón es la brújula de nuestra vida. Indica siempre el norte al que dirigimos la mente, las fuerzas, las mejores energías y esfuerzos. Por eso nos avisa Jesús, atesorar en el cielo es ser capaces de crear ambiente de cielo en la tierra. Éxitos, menciones, triunfos, riquezas, es atesorar óxido y ceniza. De lo que habla la boca está lleno el corazón. Si nuestras palabras animan, hacen crecer, dan paz y alegría, somos bendición. Si no construyen ni alivian, nos apolillamos.
Saber dónde está nuestro tesoro para descubrir dónde tenemos puesto el corazón. Los tesoros de la tierra son efímeros, inconsistentes y caducos. Fama, dinero, poder terminan corrompidos y corrompiendo. Poner el tesoro en el cielo para vivir ya aquí y ahora vida de Dios.
El mayor tesoro muestra las obras de las personas y esas obras son el resultado del amor que recibe de la fe acumulada en el corazón. Por eso el gran tesoro que cuidar es creer en Dios y darse a los demás mostrando con la vida la fe.
Señor Jesús, enséñanos a confiar en el Padre,
Espíritu Santo, ilumina nuestra mirada
"Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón." Nuestro tesoro es Él. Es fiel, está siempre, no caduca... es el tesoro eterno y duradero, el tesoro de la vida que nos ha regalado. Un tesoro que envuelve todo lo que somos y hacemos, que nos conoce bien, que es nuevo cada día al leer su Evangelio. Si ponemos el corazón en Él, y a Él en el corazón, será su vida la que nos llene, será su presencia la que nos de felicidad, será su proyecto el que nos desgaste, será su hombro donde descansemos.
Desnudo y enraizado en Ti, quiero andar,
quiero volver a nacer.
Dejar que tu ternura abrace mi fragilidad;
mirarte de frente y mostrarte mi todo.
Intentar reparar las mismas heridas que provoqué…
Mirar mi historia y hacerme cargo de ella;
descubrir qué hacer.
Desnudo y enraizado en Ti,
deseo salir a colorear lo que antes desdibujé.
Volver a encontrar el tesoro, cuidar el de los demás.
Toco mi herida, la redescubro y la suelto
Desnudo y enraizado en Ti vuelvo a soltar mi vida.
Abismo de confianza, vértigo de soledades.
Silencio de sonrisas y lágrimas,
austeridad del peregrino y compañero.
Para no seguir repitiendo historias.
Profundas raíces que traman resurrecciones.
Savia que llena y plenifica
ramas y brotes atentos a tardías heladas.
(Marcos Alemán)
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