¡EN TI CONFÍO!

 


 
El reino de Dios ha llegado a vosotros”  
(Lc 11, 15-26) 

El mal sigue existiendo y nos obliga a no permanecer neutrales, sino a posicionarnos estando siempre vigilantes. El mal se vence a fuerza de bien.

 La acusación contra Jesús que le hacen de curar por el poder del mal, es la señal inequívoca del que vive al margen de todo itinerario de fe auténtica.

Los judíos después de tantos años al lado de Jesús viven ofuscado, su manera de interpretar los signos de vida que hace Jesús evidencia las malas artes con las que el mal reina en este mundo. La cuestión es vital, pues la fe exige tener claro quien es Dios.

Jesús apela al bien y declara que nadie que haga el bien estará contra Él.

La parábola del hombre fuerte y del otro más fuerte, pone de manifiesto el poder del "dedo de Dios" manifestado en la victoria de Cristo resucitado sobre Satanás, hay que optar: O estás con Él y recoges para la vida eterna, o estás contra Él y desparramas todos los verdaderos bienes. Con Jesús no hay sitio para la neutralidad. ¡Empecemos la lucha de este nuevo día y dejemos que el dedo de Dios nos asista y ayude a no caer en la trampa del Maligno.

Jesús invita a descubrir el amor de Dios, que es más fuerte que el mal, y lo vence. Por otro lado, está la tentación de no querer ver sus signos, malinterpretarlos, o exigir otras señales, según la propia mentalidad. Jesús hace ver que esas actitudes, instaladas en la desconfianza, solo llevan a una estéril sospecha de todo. Y propone otra mirada, capaz de descubrir como Dios va actuando y su amor se abre paso entre las dificultades del mundo. Esa mirada conlleva una opción: seguir a Jesús, colaborar con su acción en el mundo y en la propia vida, no volver atrás.

 Hay muchas personas que siguen cuestionando y poniendo en duda la labor que sigue realizando el Señor a través de la comunidad de sus discípulos, que todo lo que venga de la Iglesia hay que ponerlo en cuarentena. También sufría el propio Jesús esto durante su vida pública, por eso para nosotros es un estímulo para mantenernos fieles a lo que tenemos que hacer, sabiendo que el Señor está con nosotros y el testimonio que damos es por Él. Donde está el Señor no hay que tener temor.

Tú, Señor, conoces mis dudas, mis dificultades para comprender; y también mis tentaciones de volver atrás, de justificar mi pasividad, de encerrarme desencanto estéril. Ayúdame a ver tus señales de vida que llegan cada día a mí. Ayúdame a recoger y a sembrar contigo,para que pueda descubrir la fuerza de tu Amor. Amén. Antonio González, OCD


De los pequeños es el reino de los cielos; por eso la más pequeña de las hijas de Israel ha sido elegida para acoger en su seno al Salvador del mundo. En esta fiesta de la Virgen del Rosario, el Señor nos invita a hacernos sencillos, con María, en el rezo del también llamado «Evangelio de los pobres». Una oración sencilla para recibir también nosotros, en nuestro corazón, el anuncio del ángel: «¡Alégrate!».

Vivir la propuesta del Evangelio nos convierte en dichosos, nos acerca más a Él. Vivir la Palabra es una opción personal. En la Palabra encontramos permanentemente novedad, propuesta para el compromiso, preguntas para renovar nuestra fe.

 "Alégrate". No tengas miedo. Confía en Mí. Que tu alegría sea siempre la mayor evidencia de que estoy en tu vida. Empieza el día con la mejor de tus sonrisas. El mundo te espera...

El Rosario es conversar, y escuchar cómo María nos habla del Corazón Sacratísimo de Jesús, y nos enseña a decirle: ¡EN TI CONFÍO!

"El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo". San Juan Pablo II

VIRGEN DEL ROSARIO, ACOMPAÑANOS EN NUESTROS GOZOS Y DOLORES. ENSEÑANOS SIEMPRE LA LUZ DE TU HIJO PARA QUE UN DÍA PODAMOS VIVIR PLENAMENTE EN LA GLORIA DE SU AMOR. @ferminnegre

GRACIAS VIRGEN MARÍA, PORQUE CON TU SÍ ANTE LA LLAMADA DE DIOS, LE DISTE ESPERANZA A MI VIDA.

 

 

Dios, en tus manos me abandono

Yo me abandono ¡oh Dios! en tus manos.
Toma este barro y trabájalo
como arcilla entre las manos del alfarero
dale una forma y después, rómpela, si quieres
como es despedazada la vida de tantos hermanos.

Pide, ordena ¿Qué quieres que haga?
¿Qué quieres que no haga?
Ensalzado o humillado, perseguido,
incomprendido,
calumniado, alegre o triste,
o inútil para todo, sólo diré,
a ejemplo de tu Madre:
“Hágase en mí según tu palabra”.

Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz.
Pero no de las cruces heroicas
que podrían nutrir mi vanidad,
sino de las cruces vulgares que,
sin embargo, llevo con repugnancia.

De esas que se encuentran cada día
en la contradicción,
en el olvido, en los juicios falsos,
en la frialdad del alma,
en los desaires y desprecios de los demás;
en el malestar y defectos del cuerpo,
en la oscuridad de la mente
y en el silencio y aridez del corazón.

Entonces sólo Tú sabrás que te amo,
aunque ni yo lo sepa, con eso me basta.

Amén


 

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