Su" madre" y sus "hermanos".
Una mujer entre el gentío. Valiente, decidida, transgresora. Levanta su voz entre otras voces. Grita con fuerza y convicción una bienaventuranza para toda mujer judía. Jesús la acoge y le da un sentido integral: Dichosos todos por escuchar la palabra y cumplirla.
"No todo es tener hijos. Hay algo más importante también para la mujer. La grandeza de la mujer, lo mismo que la del varón, arranca de escuchar a Dios y ser dócil a su Palabra". José Antonio Pagola
La Palabra es el espejo en el que cada día se nos refleja lo que profundamente somos. Nuestra identidad la descubrimos en lo que Dios ve en nosotros. Como un niño se fija en su padre y madre y quiere imitarlos, Jesús delante de nosotros, nos muestra lo que podemos llegar a vivir. Su libertad, su alegría, su compromiso puesto al servicio es lo que la hacía vivir intensamente y lo que nos hace felices a nosotros.
VIVIR, es el aprendizaje de escuchar al Corazón Sacratísimo de Jesús, que nos habla en su Palabra.
Vivir la propuesta del Evangelio nos convierte en dichosos, nos acerca más a Él. Vivir la Palabra es una opción personal. En la Palabra encontramos permanentemente novedad, propuesta para el compromiso, preguntas para renovar nuestra fe.
Jesús forma una comunidad en la que ni la sangre ni la carne son clave de pertenencia. Quien hace fructificar su vida con actitudes/acciones reales lo que ha escuchado de él, ese es discípulo.
La Palabra de Dios, acogida con humildad, dará fruto en nosotros, por obra y gracia del Espíritu, y nos irá emparentando con Jesucristo, para ser también, como María y los Apóstoles, su" madre" y sus "hermanos".
FELICES LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA PRACTICAN
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