La puerta

 


"Esforzaos en entrar 
por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán." 
 (Lc 13, 22-30).

No porque nadie se lo impida, sino porque acumulando tantas seguridades y prestigios, no caben por la puerta. Es estrecha la puerta porque solo cabe lo esencial, no lo accesorio. Y vivimos tan distraídos por lo relativo, por lo externo, por lo efímero. Sólo nos llevaremos lo que cabe en un corazón que ama. La memoria de lo amado, entregado y ofrecido. Nada más.

Cuando debemos entrar por un lugar angosto, lo primero que debemos dejar es la mochila llena de seguridades y de egoísmos que llevamos con nosotros. Cuanto más seamos nosotros mismos, más fácil será entrar por la puerta.

Querían entrar por la puerta ancha, la de la alfombra roja y eso Mira al Crucifijo… ¿No ves la luz detrás? Es Cruz gloriosa y la puerta del Cielo Ten cuidado, no te equivoques de puerta, no hay otra que lleve al Cielo

Volver al Evangelio y dejar que nos transforme, escuchar la Palabra y ponernos a buscar sus huellas, caminar a la luz de Él y seguir comprometiendo nuestra vida en hacerle presente. La salvación no depende de nosotros sino de Dios. La salvación es un regalo que Él nos hace. Nuestra vida es dejarle sitio, aceptar su voluntad y seguirle con humildad. Nada de exigencias a Él. No esconderle. El Espíritu, que brota de la Pascua de Jesús, es el principio de la vida espiritual. Es Él quien cambia el corazón: ¡no nuestras obras, sino la acción del Espíritu Santo en nosotros!


 
 
 
 
¡Espíritu Santo, 
ven en nuestra ayuda!  
 Danos luz y energía 
para vivir en la verdad. 
Fortalécenos 
para que busquemos lo bueno, 
lo noble, lo que nos humaniza;  
para que vivamos 
de acuerdo al Evangelio, 
aunque nos cueste. 
Que no nos asusten las estrecheces, 
el dolor o el fracaso.
 
 

 
 
¡Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles! (Sal 144,10), que ésta sea hoy nuestra alabanza.

Gracias

Gracias.
Por tantas criaturas que sin saberlo me hablan de ti.
Proclaman tu bondad,
escuchan y se les conmueven las entrañas.
Miran, como Tú,
sirven, como Tú
aman, como Tú,
son bendición para mí.

Gracias.
Por tantas criaturas que sin saberlo construyen cada día tu Reino.
Trabajan por la paz,
sufren en silencio,
se solidarizan con los últimos,
viven con poco,
tienen tiempo para ti,
les alegra poder seguirte
y hacen que tu reinado de amor, de justicia, de paz,
dure para siempre,
sea perpetuo.

Bendito seas por siempre,
Dios de la Vida.


(M.ª Rita Martín)


 

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