En pie

 


 
"Jesús la llamó 
y le dijo: «Mujer, 
quedas libre de tu enfermedad». 
Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. 
Y glorificaba a Dios." 
(Lc 13, 10-17)

 

 

Mujer, quedas libre de tu enfermedad, de la enfermedad social que te margina, te considera inferior, te deja de lado, te paga menos, te minusvalora, te cierra puertas. Seamos testigos de ello facilitando el cambio de verdad, empezando por nuestra casa

Una mujer encorvada. Con la mirada hundida en el suelo. Sin horizonte ni esperanza. Con el peso de miedo Con la carga de la incomprensión. Aislada y olvidada. Y en medio de ese mundo gris, una voz: “mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Y todo se hizo luz y vida.

La gratitud es la reacción más habitual tras encontrarnos con Jesús. Saber que nuestra vida le importa, nuestros problemas le afectan, busca liberarnos de todo aquello que nos encorva y paraliza. La experiencia de vivir con esperanza, con la seguridad de que hay futuro, nos regala una alegría que nadie nos puede quitar.

Jesús ha venido para sanarnos y liberarnos, en todo momento, sutilmente, su gracia viene a nuestro encuentro.

La obsesión de Jesús es salvar a todos: lo lleva en el nombre. Pero los seres humanos preferimos poner trabas antes que facilitar el camino que conduce a la salvación.

"Quedas libre". Solo acércate. Deja que te ayude a liberarte de todo lo que te pesa, te apena, sufres... Acércate y deja atrás ataduras y malos vicios. Acércate y deja que toque tu corazón, deja que te cure y sanes.

Dios no nos quiere oprimidos y esclavizados, ni caídos ni deprimidos ni postrados. Nos quiere en pie, libres. En pie significa libertad, confianza, transcendencia y esperanza

 

El Señor, quieres misericordia, 
no rigorismos.
Padre, ayúdanos a vivir el amor 
como Cristo
Jesús, mírame a mí también.
Bien sé yo que tu mirar es amar, 
y tu amor misericordia.
Mi alegría, proclame tu gloria.
 
Madre tu manifiestas esa exquisita sensibilidad
de tu Hijo para con todos, especialmente los débiles, 
pobres, enfermos, los últimos y excluidos, también con la mujer.
Él nos cura de nuestras encorvaduras 
que nos limitan para ver el horizonte: glorificar a Dios.
¡Gracias!

 

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