Nos da la vida
“Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les
da vida,
así también el Hijo
da vida a los que quiere”
Jn 5, 17-30
El Amor no descansa.
No tiene límites ni fronteras.
Y Dios, que es amor, nos buscar a todas horas, nos
rescata en cualquier momento y situación.
Sus entrañas de
misericordia están siempre deseosas de acogernos.
Su amor al hombre es locura desatada, es pasión hasta el
extremo.
Asume la propia fragilidad y no te quedes paralizado en
ella.
Dios nos quiere así, tal como somos, con nuestros
errores, nuestras miserias.
Sólo espera que seamos capaces de ir más allá del propio
ombligo, capaces de mirar al hermano necesitado y ponernos a su servicio.
Vivir unidos a Jesucristo por medio de la Palabra, los
Sacramentos y la Caridad, nos permitirá experimentar el amor del Padre y la
Vida eterna dentro de nosotros.
Esta debe de ser la tarea de todo cristiano: parecernos
al Hijo, aprender de nuestro hermano mayor a vivir la vida como Él la vivió,
así, un día, Dios reconocerá el nombre inscrito en nuestra carne, pues llevamos
el nombre del Hijo único si vivimos como él vivió.
Así, un día, Él se reconocerá al mirarnos y nos dirá sonriente:
Así, un día, Él se reconocerá al mirarnos y nos dirá sonriente:
¡Cómo os parecéis a mi, entrad en mi casa!
La muerte es parte inevitable de la vida.
De nada nos sirve escondernos de ella, ignorarla.
Es el único medio por el que conseguiremos vida eterna.
Paradójico, ¿verdad?
La muerte no tiene la última palabra sobre tu vida.
Si vives en Cristo no morirás para siempre, sino para
resucitar a una vida nueva y eterna con Él.
En la confesión de esto o no, te juegas el sentido de tu
vida.
Elige: esperanza o temor.
Cristo o nada.
Dame Señor la
fuerza para cumplir la voluntad de Dios, para hacerle caso sólo a Él y no a
aquellas voces que intentan apartarnos del sendero de la vida.
No importa que me
entiendan o no me entiendan, me acepten o no, me señalen, se burlen o no sea
políticamente correcto.
Lo que me importa
es seguir buscando esa voluntad de Dios sobre mi vida, para reafirmarla, para
amarla más y cumplirla sin miedos ni indecisiones, cómo Tú nos enseñas hoy a
hacer.
Fuerza y amor.
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