"Lo reconocieron al partir el pan"
(Lc 24, 13-35)
“Jesús en persona
se acercó y se puso a caminar con ellos”.
Qué bueno sentirte entre nuestros pasos, qué bueno saber
que no vamos solos, qué maravilla tenerte vivo dándonos Vida.
Gracias Señor.
Estar con Jesús, escuchar a Jesús, caminar con Jesús es
lo que verdaderamente llena el corazón: hace falta querer y volver cuando, como
estos dos discípulos, dudemos y nos alejemos
Dios camina siempre con nosotros, también en los momentos
más dolorosos y Él sale a nuestro encuentro sobre todo en la Eucaristía, ahí
está vivo el Señor resucitado.
Señor, haz que yo también sepa reconocerte en el pan
Eucaristía.
Como los discípulos de Emaús, en la escucha de la
Palabra, en la celebración de la Fracción del Pan y en la Comunidad reunida
encontramos al Señor resucitado.
"Jesús se
presenta en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros".
Dame, Señor, en este día serenidad, paz en el temporal,
quietud interior para poder reflejar tu paz y amor a todos.
No tengo oro ni plata, pero Jesús llena mi corazón de
amor y esperanza para ofrecer ternura, escucha atenta, manos que abrazan y
sostienen, una palabra de consuelo a los abatidos, apoyo a quien necesita
levantarse y caminar junto a los últimos.
Nos piden entusiasmo y pasión a las gentes de fe.
Estamos llamados a vivir apasionados por Cristo y a
mantenernos conectados con Él.
El mundo es suficientemente frío, distante y manipulador,
como para pedir a la Iglesia una acción emocionante que encienda amor en vidas
rotas.
La Pascua es el tiempo para que te suceda como al anciano
Simeón: que tus ojos vean al Salvador.
Como él, conmuévete al reconocerle entre inmigrantes y
humildes, en los de casa o del barrio, en los caminantes, invisibles, niños o
en los de la calle.
Al partir el pan,
y en ti.
A ti se dirige,
Señor Jesús, mi canto.
Mi Señor, Jesús crucificado.
Tú, Jesús, sales del sepulcro
y lo dejas vacío.
Tú, Jesús, vives y me haces vivir.
Tú, Jesús, me curas y me salvas.
Tú, Jesús, avivas mi esperanza.
Para ti, Jesús, hoy y siempre,
mi alabanza.
Mi Señor, Jesús crucificado.
Tú, Jesús, sales del sepulcro
y lo dejas vacío.
Tú, Jesús, vives y me haces vivir.
Tú, Jesús, me curas y me salvas.
Tú, Jesús, avivas mi esperanza.
Para ti, Jesús, hoy y siempre,
mi alabanza.
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