Jesús nos amó
"...Y, sujetando
una esponja empapada en vinagre
a una caña de hisopo,
se le acercaron a la
boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: "Está Cumplido".
E,
inclinando la cabeza,
entregó el espíritu".
Juan 18,1-19,42
Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación
del mundo.
¡Venid a adorarlo!
Hoy muere mi Señor, el que ha sido mi horizonte, mi vida, mi
amor.
Hoy muere mi Señor y mi vida se convierte en una sinrazón.
Hoy muere mi Señor y con rabia, impotencia y dolor le llora
mi corazón.
Viernes Santo.
Hoy mejor no soñar, mejor no hablar por hablar.
Mejor callar, silenciar y mirar al que traspasaron.
Fijar los ojos en el leño, el último lecho de Cristo en la
tierra.
Y mirarlo, al atardecer, vacío, ensangrentado, clavado entre
las basuras, mudo de vergüenza.
Jesús Crucificado es la persona ante la cual sólo hay que
arrodillarse, pedir perdón, agradecerle por lo que ha hecho por nosotros en el
misterio del dolor, porque nos ha amado hasta el final, pero también en el
misterio de la vida y la alegría, porque así nos ha salvado.
Latir al ritmo y en la sintonía de Cristo.
Latir con la fuerza y bajo la mirada de amor que le mantuvo
a Él inquebrantable en su compromiso de amor con la humanidad.
Hasta derramar la última gota de su sangre en la CRUZ.
Viernes Santo.
Un amor total se ocultó en nuestra carne
La cruz de Jesús ilumina la vida oscurecida.
La cruz, con los brazos abiertos, nos invita a refugiarnos
en su regazo.
La cruz es una puerta hacia la libertad.
Una puerta que rompe la frontera de la muerte y nos abre a
la vida eterna.
La Cruz, ese árbol cuyo tronco une a Dios y la humanidad, y
cuyas ramas unen a todos los hombres entre sí.
Jesús es la salvación de tantos que padecen la cruz...
En la cruz contemplamos al Crucificado hoy también en todos
los rostros desfigurados por la injusticia, guerras, pobreza, inmigración...
En la vida aparecen muchas piedras en el camino, muchos
momentos dolorosos, infinidad de cruces.
Y podemos saber qué hacer en cada caso.
Pero, ante la Cruz de Cristo, ¿cuál es tu respuesta?
Abrirse al Don del amor, es muy peligroso.
Uno probablemente se haga daño.
Es por esto por lo que Jesús murió, por amor.
En la cruz contemplamos la consumación de un amor que se ha
manifestado siempre apasionado.
Un amor que todo lo aguanta, todo lo supera,
todo lo perdona, todo lo entrega.
Un amor así de grande.
En la cruz, en el sufrimiento, en el dolor y en la muerte,
Jesús nos amó.
¿Serás tú capaz en tu cruz, en tu sufrimiento, en tu muerte,
amar como lo hizo Él?
Si así lo haces habrás entendido el sentido del Viernes
Santo.
Dejad que los niños adoren la Cruz.
No sé la escondáis.
De rodillas me acerco
a tu cruz,
Señor Jesús.
Hijo de David, salvador de mi vida,
ten piedad.
A los pies de tu cruz pongo
todo lo que soy y tengo
confiado en que perdonarás
todos mis pecados, que curarás
mis promesas no cumplidas.
Te veo clavado en la cruz
y confío en que tus brazos
estén abiertos también para mí.
Señor Jesús.
Hijo de David, salvador de mi vida,
ten piedad.
A los pies de tu cruz pongo
todo lo que soy y tengo
confiado en que perdonarás
todos mis pecados, que curarás
mis promesas no cumplidas.
Te veo clavado en la cruz
y confío en que tus brazos
estén abiertos también para mí.
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