"Levántate"




"Levántate, toma tu camilla 
y echa a andar"
(Jn 5,1-16).

"Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida" (Ez 47).
Cada uno somos una corriente de vida, de fe, de luz y esperanza.
Eso es Jesús y somos nosotros.
Que la vida y la gracia vayan contigo allí donde desemboque tu aliento y tu corriente.

Donde hay muerte, donde no crece ni la más pequeña flor, donde no queda ni sombra de esperanza, Dios puede abrir manantiales, torrenteras, ríos de agua viva en el yermo.
Quien se dejar tocar por Jesús, se convierte en cauce, se transforma en arroyo, en fuente de vida nueva.

Que llueva agua como una bendición sobre los sedientos, que alivie la sequía del cuerpo y la del alma.
Que el Espíritu derrame agua viva sobre la Tierra...
Despierta la conciencia para cuidar y hacer que a todos llegue el agua que da vida.

Jesús pasó:
¿Quieres quedar sano?
Y el hombre paralítico desde hace 38 años, encadenado a su pasado de desdicha, se pone en pie.

La camilla es signo de nuestra propia cruz, aquello que no aceptamos o nos destruye y nos incapacita para amar.
Y es justo ahí, donde Él nos encuentra y nos muestra todo su amor, transformando nuestra cruz en el signo de su victoria sobre el pecado y la muerte.

Paralizados por la vida.
Paralizados ante la vida.
Agarra la mano tendida de Cristo, que te impulsa a andar hacia el futuro.
Él es nuestra fortaleza ante el desánimo.



“Levántate” como signo de la dignidad humana, de la vida y de la salvación.

Así es Dios, cuando da el agua de la vida, el viejo mundo desaparece.
Nosotros como este paralítico somos una creación nueva.
Dios ha hecho que brotase del costado de su Amado Hijo sangre y agua, río de vida que purifica todo cuando penetra.
Nuestra vida reverdece cuando el espíritu nos inunda.
Hemos sido bautizados en la muerte y resurrección de Jesús y pertenecemos a una tierra liberada.
Nos ha hecho atravesar el mar y nos ha sumergido en el río de la vida. 
Pertenecemos al nuevo mundo.

"Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado" (Jn 5,13). 
Estar en lo esencial, en lo necesario, en lo urgente y lo pequeño, en la amistad y el encuentro, en el dolor o para dar la cara.
Y desaparecer.
No protagonizar.
No ocupar espacio en vano.
Ir al silencio

Dios de salvación,
vengo ante ti con mis heridas
y mis dolencias del alma
y te pido misericordia.
Dios de cambio y de renovación,
aquí estoy para adorarte,
a pesar de mi aturdimiento,
de mis caminos equivocados,
¡a pesar de todo!
Dios creador, aquí estoy para alabarte.
En ti encuentro la paz y la luz.
En ti siento que todo
mi interior se renueva.





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