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Viene

 

"No es voluntad 
de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños."
 (Mt 18, 12-14).

La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos

No quiere Dios el sufrimiento ni el abandono de ninguno de sus hijos. No nos quiere ver vejados, ni abatidos, ni solos. Nos perdemos por ignorancia. Por decidir recorrer caminos alejados de su mano. Como el hijo pródigo creemos que sabemos dónde está la felicidad. Idealizamos nuestras posibilidades. Y nos encontramos enredados en mil realidades que nos pierden. Por eso Dios nos pide volver a casa.

La pérdida de una oveja es infinita. No se regatean costes al dejar noventa y nueve, porque el valor de la que pierde es incalculable. Para Dios somos valiosos (Is 43,4) y en esa medida debemos apreciar el valor en los demás. Debe producir dolor cualquier pérdida.

Jesús es el Buen Pastor, él busca a la oveja perdida, y no se cansa de salir en busca del extraviado. Dios no nos pierde; nos podemos perder nosotros por dejarnos enredar por mil asuntos. Pero Dios, en Jesús, siempre nos busca y nos encuentra. La dificultad está, en si nosotros nos dejamos encontrar por el Señor. Él siempre está dispuesto al encuentro.

 
Si me pierdo como esa oveja despistada, 
te pido que no te canses de salir a buscarme.
Señor, Tú me buscas cuando me pierdo, 
vienes a mi encuentro, no me juzgas, 
me llevas sobre tus hombros, curas mis heridas, 
calmas mi sed, me llenas de vida y de alegría, 
Tú me amas como soy.

El encuentro, la relación con Él, es de alegría, nunca de miedo. ¿Estamos preparados para un encuentro así? ¿Qué tenemos que hacer? No huir, seguir buscándole, alegrarnos por el encuentro, acoger el perdón como una nueva oportunidad de vivir con Él

No hay nadie descartable para Dios. Cada ser humano, y especialmente los más vulnerables, son objeto de su amor y predilección. ¡MARANA-THA!


Esperamos la venida del Señor. Pero cuidado con nuestras expectativas: Él y sólo Él, que es Todopoderoso, se hace pequeño para cuidar y salvar a los pequeños, los que no cuentan: que nadie se pierda ni nadie los pierda. Ni tampoco que nadie se arrogue su cuidado y defensa.

Los milagros no llegan si estamos de brazos cruzados. Hay que ponerse a ello y salir al encuentro de un Padre que nos quiere espera y nos espera con los brazos abiertos. ¿Te animas a salir a su encuentro? 
los milagros acontecen cuando encendemos nuestra fe. PREPAREMOS EL CAMINO, ALLANEMOS SENDAS, PRONTO VENDRÁ LA SALVACIÓN ..., ES PROMESA DE YAVHÉ.
 
 
¡Ven, Señor Jesús!
Ven Señor Jesús, tierna voz de Dios al corazón,
que podamos abrir nuestros oídos para escuchar tus llamadas que nos invitan a volver al redil, al pueblo santo que consagraste con tu amor y con tu sangre.
Ven Señor Jesús, pastor que quiere salvar a todas las ovejas, sacúdenos de nuestra pereza para que salgamos a la búsqueda de lo que estaba aparentemente perdido.
Ven Señor Jesús, consuelo de Dios que vendas nuestros corazones heridos, que podamos consolar con el mismo consuelo
con el que fuimos consolados.

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