Mira lo sencillo
La respuesta de María a un halago de Isabel, 'la madre de mi Señor', es hablar de Dios. Un Dios especial del que Jesucristo nos hablará, el que será su propuesta de novedad en nuestra relación con la divinidad. Es un Dios que mira lo sencillo.
Si ya nos sentimos plenos, si creemos que no necesitamos nada, si ya nos vemos perfectos... pocas grandes obras podrá hacer Dios en nosotros. Es momento de sentirnos pequeños, humildes, necesitados. Y Él lo hará.
Este canto magnífico de María es una explosión de agradecimiento y alegría. María proclama, se alegra porque se ha dejado mirar y felicitar. Y luego hay una sucesión de siete verbos donde el protagonista es Dios: hace proezas, dispersa, derriba, enaltece, colma, despide y auxilia. María nos indica dónde está Dios y donde sus criaturas. No hacen falta grandes comentarios, solo la invitación a unirse a María, a entrar en sintonía con su alma.El espíritu se alegra siempre en Dios, porque en Él encuentra siempre la esperanza cumplida. En todos nuestros desiertos se abre un camino que conduce a la Tierra Prometida. Además, Dios mira lo pequeño, lo que no cuenta, para confundir lo sabio de este mundo. Él ama lo humilde.
María muestra las preferencias de un Dios que opta por los pobres, los marginados, los humildes y los últimos de la tierra. Recoge, al mismo tiempo, las esperanzas y anhelos de todas las generaciones porque Jesús se fija en todos, con preferencia hacia los humildes que abren su vida a Dios.
Estamos invitados a una feliz Navidad. María nos enseña a tener esa alegría. Nace, no de lo que ella hace, sino de lo que Dios hace con ella. La alegría no es una conquista, es un regalo que acogemos. Activemos el asombro, que nos emocione compartir la vida con la gente que nos importa. Que cada cosa que vivamos nos acaricie el alma.
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