Mira lo sencillo

 

"Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.
 
(Lc 1,46-50)

La respuesta de María a un halago de Isabel, 'la madre de mi Señor', es hablar de Dios. Un Dios especial del que Jesucristo nos hablará, el que será su propuesta de novedad en nuestra relación con la divinidad. Es un Dios que mira lo sencillo.

Si ya nos sentimos plenos, si creemos que no necesitamos nada, si ya nos vemos perfectos... pocas grandes obras podrá hacer Dios en nosotros. Es momento de sentirnos pequeños, humildes, necesitados. Y Él lo hará.

Este canto magnífico de María es una explosión de agradecimiento y alegría. María proclama, se alegra porque se ha dejado mirar y felicitar. Y luego hay una sucesión de siete verbos donde el protagonista es Dios: hace proezas, dispersa, derriba, enaltece, colma, despide y auxilia. María nos indica dónde está Dios y donde sus criaturas. No hacen falta grandes comentarios, solo la invitación a unirse a María, a entrar en sintonía con su alma.

El espíritu se alegra siempre en Dios, porque en Él encuentra siempre la esperanza cumplida. En todos nuestros desiertos se abre un camino que conduce a la Tierra Prometida. Además, Dios mira lo pequeño, lo que no cuenta, para confundir lo sabio de este mundo. Él ama lo humilde.

María muestra las preferencias de un Dios que opta por los pobres, los marginados, los humildes y los últimos de la tierra. Recoge, al mismo tiempo, las esperanzas y anhelos de todas las generaciones porque Jesús se fija en todos, con preferencia hacia los humildes que abren su vida a Dios.


Estamos invitados a una feliz Navidad. María nos enseña a tener esa alegría. Nace, no de lo que ella hace, sino de lo que Dios hace con ella. La alegría no es una conquista, es un regalo que acogemos. Activemos el asombro, que nos emocione compartir la vida con la gente que nos importa. Que cada cosa que vivamos nos acaricie el alma.

Ponme en paz, Señor, para que broten en mi corazón las músicas que te alaben y bendigan. 
Ponme en camino hacia CARITAS para celebrar con muchos la Navidad.
 

Mi Dios, Padre de todos, consuelo de los afligidos, alegría de los tristes, libertador de los cautivos, esperanza de los oprimidos, en quien vivimos, nos movemos y existimos, ayúdame a seguir luchando por una vida feliz
Eres mi Dios y mi salvador, mi alma se alegra al oír a María. Ella me enseña a cantar y a rezar. Ella se siente dichosa y bienaventurada de ser tu sierva, proclama tu grandeza y lo hace con fidelidad, profundidad y perseverancia.
Ven con Tú fuerza salvadora y libérame del orgullo y la prepotencia. Dame humildad para dar el SÍ como lo hizo María y así ir aprendiendo lo que significó para Ella el ser "la esclava del Señor".
Quiero declarar a todo pulmón, arrodillado ante el Niño Jesús y tomado de la mano de María, que también soy tu servidor y tu esclavo, que en mí tienes un colaborador en la construcción de tu Reino.
Quiero hacer tu obra y llenar los ambientes de paz con el deseo que nace del amor y la confianza en Tú misericordia y con la ayuda del Espíritu Santo que anima a seguir adelante y a no renunciar en la batalla
Te pido que me conserves en el gozo, en el amor, para que sea digno de recibir la compasión de tu Hijo que se acerca, para cumplir tus promesas hechas a Abraham y experimentar la fortaleza de tu compañía.

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