Llena de gracia
En estos tiempos grises, en este mundo convulso y desesperanzado, Dios nos dice “No temáis”. Como el ángel le dijo a María. ¿Estamos dispuestos a confiar?
Ayer fue Zacarías, hoy es María. Dios que interviene, Dios que propone. Su propuesta está cargada de vida, de nuevo un nacimiento, una criatura nueva, una historia por escribir. Ni ayer ni hoy sin las personas, contando con nosotros siempre.
María es invitada a la alegría. El Señor está con ella. Se turba, pregunta por esas palabras, pero no duda de Dios. No entiende, pero no cuestiona. Acoge el anuncio del ángel en medio de su desconcierto. Se abandona a los imposibles de Dios. “Hágase” y Dios hace
El sí de María, su disponibilidad para asumir los planes de Dios, fue la llave que permitió que Dios llevara a cabo su plan de salvación. La condición fue sentirse pequeña, humilde esclava del Señor. Desde el orgullo y la autosuficiencia resulta imposible decir "sí" a Dios.
El sí de María abre la puerta a la acción de Dios en lo humano. Toda la historia de salvación es la búsqueda de cercanía entre lo humano y lo divino. Desde la creación del ser humano Dios ha querido ser Enmanuel, Dios con nosotros. Lo que el miedo, la culpa, la comparación, la indignidad, el pecado, nos han ido separando de Él. María nuestra madre, nos enseña a vincularnos a Dios, a decirle que sí en toda ocasión. ¡Hágase!
Señor, que toda la Iglesia, como María,
La primera motivación para que María evangelice es el amor de Jesús que ha recibido. ¿Estoy convencido/a de que la misión se encuentra hacia dentro? De la oración interior nace la oferta total: “Aquí estoy, envíame” (Is 6,8).
“Estrella de la nueva evangelización, que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz” (EG 288).
María representa a toda la humanidad agraciada por Dios con el nacimiento de Jesús. Pero sólo la «llena de gracia» es capaz de acoger un mensaje tan extraordinario y de disponerse a cooperar en su realización.
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