¿Le abrirás?

 

“Id y anunciad” 

 (Lc 7,19-23)  

Jesús comunica a sus amigos lo que le ha oído al Padre: un mensaje liberador.  ¿Anuncio el Evangelio sin excluir a nadie, no como quien impone una obligación, sino como quien comparte una alegría?

 

Atenazados nos cuesta contar lo que vemos, oímos, sentimos, vivimos. Pidamos superar lo que nos impide compartir con quienes nos rodean lo que nos hace sentirnos plenos.


“El amor de Cristo nos apremia”
(2 Co 5,14); 
“¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!” (1 Co 9,16).

 Debemos hacemos la misma pregunta planteada a Jesús: ¿somos fieles en vivir la Buena Noticia traída por él? Hemos de responder a partir de nuestra vida. La Iglesia y cada una de sus comunidades siguen llevando la buena noticia de Dios al mundo. Y ayudando a las personas a ser conscientes de su dignidad, o a recuperarla. A pesar de los fallos humanos, que debemos procurar que no nos desmotiven y no escandalicen.
"Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados". Nosotros también vemos y oímos gestos y milagros de amor. Vemos a muchas personas que hacen del servicio y la compasión su forma de vivir. Por eso necesitamos una mirada limpia. Que no se quede en las evidencias de lo mal que está todo. Sino que es capaz de descubrir el tesoro en el barro.


Señor, que sepamos descubrir, valorar, agradecer  e imitar  tantos gestos humildes de cada día  que son signo de la presencia del Espíritu en el mundo.

En la duda no nos alejemos, en la duda acerquémonos más a Él, contemplemos más, abramos más el corazón, dejémosle más sitio. Hay que seguir creyendo en la duda, hay que renovar la fe en la incertidumbre. 

Él se acerca a nosotros dejemos que nos vuelva a abrazar, a proponer, a llamar...  no dudemos, no tengamos miedo sino fe.

¡Dichoso quien no se escandalice de Jesús! Dichoso aquel que, en su pobreza y fragilidad, es capaz de abrir sus brazos y su corazón para acoger y recibir a Jesús que, siendo hijo de Dios Omnipotente, es capaz de venir a nosotros escondido en la apariencia frágil de un Recién nacido. Dichoso el que, viendo la absoluta pobreza de Belén, el “solo Jesús” que hay en Belén y la indiferencia del mundo, no se escandaliza de Jesús y es capaz de reconocerle como su Rey y su Señor.

Todo lo que esperamos, todo lo que necesitamos, muy pronto será una realidad. ESTÁ A LA PUERTA LLAMANDO, ¿LE ABRIRÁS?

A la luz de la Palabra, me parece intuir que nuestro Dios, el único Dios, el que modeló la tierra, la afianzó y la habitó, quiere, en este tiempo de Adviento, modelar, afianzar y habitar mi corazón, y yo quiero disponerme para que Él haga su obra, por eso, desde lo profundo del corazón, le digo:

¡Ven pronto, Señor!
 ven y trasforma el barro de mi egoísmo en generosidad, mi orgullo en sencillez, 
mi soberbia en humildad, mi desánimo en esperanza. 
Afiánzame en tu Palabra, en tu misericordia, en tu fidelidad. 
Te espero, te necesito, quiero alojarte en el pobre pesebre de mi corazón. 
¡Ven pronto, Señor, no tardes más!


Que el bienaventurado san Juan de la Cruz, cuya fiesta celebramos hoy, nos enseñe a elegir el camino estrecho y empinado que conduce a la cima del Carmelo, a la plena confianza y unión con Dios. "Un sólo pensamiento del hombre, vale más que todo el cosmos, por tanto, sólo Dios es digno de él". San Juan de la Cruz.

Tiempo de Cambio y Conversión
 
Adviento, tiempo de cambio y conversión.
Para preparar el nacimiento del Señor hay que enderezar los caminos… nos enseña Juan el Bautista, que a su vez lo aprendió de Isaías, y a los dos los encontramos en los textos bíblicos del Adviento.
Porque para vivir como Dios pide el camino es su Palabra.  ¿Qué deberás allanar en tu camino hacia el Padre y su proyecto? En tu vida personal, en la mía, en la nuestra… ¿Cuáles son los escollos que ofrecemos a la senda que el Señor nos propone? 
Adviento, tiempo de cambio. Reencuentro con Dios-Esperanza, que busca un lugar para nacer en nuestro corazón, y desde allí alimentar nuestra conversión y sostenerla… Porque lo difícil es perseverar en el cambio, y por eso te pedimos, Señor de la Esperanza, camina con nosotros, camina cerca nuestro, tómanos de la mano para no desviar el rumbo. Ayúdanos a vivir este Adviento como tiempo de conversión, para aprender a dar la vuelta, reconocer tus pasos, y caminar, con decisión, por el sendero del Evangelio.
 Caminar al encuentro del Dios de la Vida, abriendo el corazón a su Palabra, aprendiendo a escuchar su llamado, y respondiendo con compromiso de vida.
Por el camino de la justicia y la paz, por el camino de la opción por los pobres, por el camino de la vida comunitaria y la esperanza tozuda en un mañana distinto, por el camino de Jesús, con el aliento del Espíritu, hacia el Reino del Padre… que asoma como brote nuevo y siempre vivo
en cada Navidad. - Que así sea – (Marcelo A. Murúa)

 


Comentarios

  1. K Bonito Padre hay mucho egoísmo y poca alluda es lo megusta más alludar bajo mis posibilidades Gracias

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