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Primer Mártir.

 


"No seréis vosotros los que habléis, 
sino que el Espíritu de vuestro Padre 
hablará por vosotros".  
(Mt 10, 17-22)

Una vida que nace, el Niño en Belén, una vida que se entrega, la de Esteban como respuesta y seguimiento a la que Él había entregado. Seguir a este Niño envuelto en pañales en un pesebre es un verdadero compromiso donde ponemos en juego la vida.

Recordamos hoy a los perseguidos por su fe en tantos países. Su testimonio es fruto de la confianza en el Espíritu del que nace en estos días que habla por su boca mostrando el amor del Padre y la confianza en la adversidad.

La persecución no debe extrañarnos a los seguidores del Salvador. Si al que vino a salvarnos le rechazaron cuánto más rechazarán a sus discípulos. Sin embargo, perseverar en la adversidad es garantía de fidelidad en el amor; y es su amor el que nos salva de nuestros pecados.

Quien quiera seguir a Jesús va a tener que vivir y sufrir lo que Él, el maestro, vivió. Nos pide confianza, y perseverancia. Confianza para para acoger que todo está bajo su mano. Perseverancia para caminar hasta la meta que siempre está al final del camino.

Pidamos a Jesús recién nacido la novedad de un corazón capaz de perdonar: la fuerza para rezar por quienes nos han hecho daño y para dar pasos de apertura y reconciliación.

Necesitamos ser testigos de Aquél que nos ha amado y que nos ha llamado por nuestro nombre con una sonrisa en el rostro. Y cuando experimentemos nuestra debilidad, nuestra miseria, acudamos a Cristo y a su Madre Santísima.

¡Qué fácil es cuando todo nos sonríe  y el éxito corona nuestra actividad! 
Pero Señor, que difícil es permanecer  cuando el fracaso llega a la vida,  cuando el aplauso se convierte en crítica. 
Señor, que siga fiel a tu Evangelio.

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Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015