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“El otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro”
 
(Jn 20, 1-8)

Hoy festividad de S. Juan apóstol y evangelista. El apóstol Juan le conoció, le siguió, le amó, lo reconoció vivo y resucitado como Señor, dio testimonio de Él... Es la historia de un creyente, discípulo, apóstol, amigo de Él... es una historia de amor.  En la última cena aparece recostado sobre Jesús. Esa intimidad con el Señor que escucharía los latidos ya agitados de su corazón, sería una de las experiencias más impacientes de su vida.  Qué también nosotros aprendamos a recostarnos y apoyarnos en el Señor en los momentos complicados de nuestra vida.

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». La Buena Noticia de Jesús gira entorno al acontecimiento de la resurrección. Cuando el joven discípulo que había llegado antes que Pedro al sepulcro vio los signos de la resurrección, creyó en Jesús, creyó que era el Enviado de Dios, creyó que lo que había anunciado se cumpliría.

Tenemos un Dios de vivos y no de muertos. No se queda en el sepulcro porque su amor es más fuerte que la muerte. Cuántas veces la vida se nos paraliza por un sufrimiento, una perdida, un fracaso. Necesitamos la fuerza de Dios nos rescate de nuestros sepulcros, nostalgias, idealizaciones. Y descubrir que no lo sabemos todo, ni lo controlamos todo. Pero en ese no saber, decidimos confiar.

Que no te roben la alegría de ser hijo de Dios. 
Que nadie te robe la paz de saber que estás en sus manos de padre. 
Que nadie te robe la esperanza de que todo va a terminar bien, 
porque es Dios el que nos espera.

 
"La Vida se dio a conocer, hemos  visto 
la Vida eterna  
y hablamos de ella,  
y se la anunciamos". 
(1 Juan 1)  

 

Dios se hace pequeño en la persona de Jesús, para darnos Vida en Abundancia. Felices los sencillos de corazón, porque ellos recibirán la salvación.

"Vio y creyó". 

Aprovecha estos días para dejarte calar por el misterio de la Navidad. 
¿Modo de uso? 
Para, contempla y escucha. 
No tiene más. 
Te sorprenderán los efectos inmediatos...

 
Señor Jesús, Tú que revelaste a Juan tus misterios más secretos y aquellos misterios que mis ojos no verán, haz que yo logre entender cuanto Juan nos ha contado. Déjame, Señor, poner mi cabeza en tu costado.
Tú que en la cena le abriste la puerta del corazón  y en la transfiguración junto a ti lo condujiste,  permíteme entrar en tu misterio sagrado. Déjame, Señor, poner mi cabeza en tu costado.
Tú que en el monte Calvario entre sus manos  dejaste el más santo relicario: la carne donde habitaste;  Tú que le dejaste ser el hijo bien adoptado.
Déjame, Señor, poner mi cabeza en tu costado.
Y tú, Juan, que a tanto amor con amor correspondiste  y la vida entera diste por tu Dios y tu Señor,  enséñame a caminar por donde 
Tú has caminado. Enséñame a colocar mi cabeza en su costado

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