Vivir en él
"Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" (Jn 14, 6-14).
Cuando nos atrevemos a seguir el camino que nos ha abierto, nos damos cuenta que la vida tiene un color lleno de esperanza y la verdad ilumina nuestro corazón.
Jesús es el camino de la felicidad, el camino que todos buscamos, aunque no lo sepamos. El camino que nos conduce a la paz. Jesús es el camino por donde llegamos a la verdad que nos lleva a la vida y al Padre de la vida. Si seguimos a Jesús, si recorremos su Camino, si acogemos su Verdad, compartiremos su misma Vida, la Vida de Dios, la Vida eterna.
Los discípulos creían sin duda conocer a Jesús, pero a Jesús nunca se le conoce del todo. Nunca se le descubre por entero. Le conoceremos del todo cuando descubramos su identidad con el Padre.
“Quien me ha visto a mí ha avisto al Padre”.
Jesús es el hombre lleno de Dios, pero es al mismo tiempo ese Jesús de Nazaret, hombre de carne y hueso, muy real, un hombre que pisa el suelo, que tenía amigos, relaciones humanas, que comía y bebía con sus amigos… Y al mismo tiempo era uno sólo con Dios.
“Yo estoy en el Padre y el Padre en mí, sino creed a las obras”.
Si sólo hubiese afirmado estas cosas se podría dudar, resultaría increíble, pero los actos que ha hecho hacen pensar que era verdad. Y en particular que ha resucitado.
Señor Jesús, muéstranos al Padre y nos basta. Sabemos que tú eres el camino, la verdad y la vida.
“Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?”.
Nos puede pasar como a Felipe, que de tanto estar con Jesús, nos hemos acostumbrado y podemos llegar a no conocerlo. Conocer no es cuestión sólo de aprender, sino de ser. Saber quién es Jesús. Permanecer en él. Creer en él. Hacer lo que él hace. Vivir en él.
"Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre".
Son sus obras las que nos hablan de Dios, el cuidado de los hombres y mujeres de este mundo, la apertura de corazón a los que se acercan a Él. Obras que muestran a Dios que acoge y cura, perdona y ama.
Es tiempo de recordar las obras de Dios, ¡Cristo ha resucitado!
"Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré".
Si no pides lo que necesitas es que no te enteras. ¡Pide mucho!
Jesucristo, tú eres el camino que yo quiero recorrer, la verdad que ilumina mi existencia y la vida que yo quiero alcanzar. Aumenta mi fe para que te conozca más y mejor, acrecienta mi esperanza para que no me aleje de Ti, dilata mi corazón de amor por Ti para que sea fiel a mis compromisos cristianos. Te pido, Señor, por toda mi familia y por toda la Iglesia.
¡Muéstranos al Padre! Señor, viéndote a Ti vemos al Padre. Dios mío, dame la gracia de conocerte y de orientar mi vida totalmente hacia Ti.
Que busques a Cristo. Que encuentres a Cristo. Que ames a Cristo.
Señor, quiero encontrarme contigo y te pido que tú te conviertas en el centro de mi vida. Gracias por el don de tu Encarnación y por el don de tu Eucaristía. Te has querido quedar conmigo para ser mi refugio y fortaleza.
Ayúdame a encontrarte en la belleza de la creación, en las fatigas de mi vida diaria, en cada una de las personas que me rodean. Jesucristo, permite hacer esa experiencia de tu amor, de tu divinidad, de tu misericordia, en fin, de tu persona.
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