¡Pon gozo!

 


"Vuestra tristeza se convertirá en alegría". 

(Jn 16,16-20)

Es tiempo de buscar las cosas del cielo, ¡Cristo ha resucitado!

Esta es nuestra esperanza:

"Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría".

A lo largo de una vida son muchas las veces que experimentamos tristezas.

Tener fe no evita la tristeza, pero regala esperanza, sabiendo que los motivos para la alegría son más consistentes que el fracaso, el dolor o la soledad.

Jesús vivió angustia y dolor, miedo y rechazo, pero la búsqueda constante de la presencia del Padre lo animó a seguir fiel a su misión.

"Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría"

La tristeza del cristiano no es una obligación, la obligación es la alegría que nace del corazón que ha sufrido pero nunca perdió la esperanza.

La tristeza de la aparente ausencia se convertirá en alegría de fidelidad cierta, permanente, indiscutible.

Una alegría no pasajera.

Alegría que supone saber que Él siempre está, que podemos acudir siempre a Él


 

Como cristianos confiamos que Dios nos dará su Espíritu para mantenernos en marcha y para guiarnos hacia nuestra meta en la vida.

El Espíritu de Cristo, que reconforta a la Iglesia con la certeza de su presencia alentadora.

El Espíritu consolador, que alivia y consuela a los que lloran en la soledad de sus vidas.

El Espíritu de Cristo, que conduce a los que rigen los destinos de los pueblos a la búsqueda de la justicia y de la paz.

El Espíritu Santo, que puede convertir las pena en fortaleza y alegría, roguemos al Señor.

El Espíritu, nos recuerda que Cristo está de un modo nuevo, vivo entre nosotros hasta el fin de los tiempos.


Pongamos en manos de María, en este día de la Virgen de Fátima, a todos los que están tristes para que ponga en cada uno de ellos la semilla de la alegría, que germinará “en un poco”.

El Milagro del Espíritu: la alegría que brota de su efusión de su presencia transformadora en nuestro corazón y así en nuestra vida. Madre, Nuestro Cenáculo de Alegría, quita nuestros miedos.                        ¡Pon gozo!

 No siempre te siento a mi lado, Señor
Parece que lugar no está ahora aquí, sino en el cielo.
A veces echo de menos verte con más claridad.
No entiendo porque no eres más evidente, más claro, más definitivo para todos.
O por qué dejas tanto espacio para la duda.
Ya sabes, Señor, que en horas difíciles, esto me provoca tristeza.

Pero confío en tu Palabra
es mejor para mí que Tú estés así, ausente y presente.
Serás mi Espíritu defensor.
Luz en mis noches.
Sabiduría en mis caminos.
Compasión en mis entrañas.
Amor en mi mirada.

Y tu Espíritu, cuando lo acojo,
cuando va haciéndose lugar en el mundo,
nos muestra que la fe es el camino para la plenitud.
que la justicia de Dios es más fuerte que la injusticia humana.
que, contra toda apariencia, el Amor vence.

Entonces,
mi corazón canta…
y ama de verdad.


Rezandovoy (adaptación) 



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