Nuestro guía.

 


“Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito”. 

(Jn 16, 5-11). 

Muchas veces nos cuesta entender el porqué de los acontecimientos hasta que los analizamos desde otro punto de vista antes desconocido. Esto nos sucede con la ausencia de Jesús. Pero él insiste:  “Os conviene que yo me vaya”.  Y da como razón fundamental la venida del Espíritu Santo. 

Cristo nos da el Espíritu Santo para guiarnos a cada uno de nosotros y a toda la Iglesia por los caminos del evangelio. Él nos ayudará a llevar el evangelio al mundo, aclarándonos el mensaje de Cristo y dándonos el discernimiento y la fortaleza para comunicarlo al mundo de hoy.

 El Espíritu nos enseña a amar a todos. 

El Espíritu renueva nuestra fe y nuestra esperanza. 

El Espíritu nos fortalece en nuestras dificultades.

El Espíritu fortalece a la Iglesia con la convicción de la presencia de Cristo en medio de ella.

El Espíritu nos guía hasta la verdad plena para que seamos verdaderos testigos de ella en el mundo.

El Espíritu Santo nos ayuda a discernir cuánta mentira e injusticia hay todavía en nuestro mundo, y nos da la valentía para que testifiquemos a favor de la verdad, de la bondad y de la justicia del evangelio.

El Espíritu consuela a todos los que sufren y viven sin esperanza, y nos confirma en la certeza de la victoria de Cristo sobre el mal.

El Espíritu ilumina y guía a cuantos sirven a la sociedad, para que busquen siempre la libertad y la paz.

El Espíritu nos confirma que solo Jesús es nuestro Salvador.

El Espíritu Santo guía nuestras vidas por los caminos de Cristo y su evangelio.

 


 

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