Tenemos tarea
“Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”.
(Mc 16, 15-20).
La solemnidad de la Ascensión de Jesús nos hace más
presente la visión del cielo, que es nuestra casa permanente. El hecho de que
un hombre, Jesús, haya llegado a Dios, que está en el cielo, nos recuerda cuál
es nuestra meta y nos anima a vivir considerando esta vida como temporal.
Ascendió porque antes descendió, se hizo el más pequeño, ocupó el último lugar,
se inclinó para servir y lavar los pies...
En la Ascensión es como si Jesús nos dijera: Comienza tu tarea, tu misión. No
tengas miedo. Yo estaré contigo en días claros y oscuros hasta el final...
No nos quedemos mirando al cielo. Miremos a la tierra, para ser
conscientes de la necesidad de los que la habitan y anunciar en ella el
Evangelio, para transformar sin miedo y que sea más fraterna. Mirar la tierra
para encontrarnos y amar al prójimo.
Toma perspectiva...
Asciende para mirar desde ahí tu situación, tus problemas, tus agobios...
No te quedes ahí mirando al cielo. Desde ahí, mira la tierra y comprométete, de
verdad, en mejorarla.
Vive intensamente el aquí y ahora, pero mirándolo desde el cielo.
Jesús no nos deja solos, promete la fuerza que viene de lo alto para predicar
la conversión y el perdón de los pecados. A cambio, sólo nos pide que
proclamemos el Evangelio.
¿Cumples cada día con ello?
Por medio de ti, Jesús, Dios ha hecho con nosotros una alianza nueva.
Tú estás con nosotros todos los días hasta el final
de los tiempos.
Jesús, tú apareciste a tus discípulos después de tu pasión.
Con tu presencia en
medio de nosotros, consolídanos en nuestra fe.
Jesús, tú has prometido el Espíritu Santo a los apóstoles.
Que el Espíritu
Consolador renueve nuestra fidelidad hacia ti.
Jesús, tú has enviado a los apóstoles a anunciar la Buena Noticia hasta los
confines de la tierra.
Que el Espíritu
Santo nos haga testigos de tu amor.
Oración de Taizé
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