La alegría plena
“Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud”.
(Jn 15, 9-11).
Es tiempo de ansiar la plenitud, ¡Cristo ha resucitado!
Es tiempo de vivir nuestra fe con ilusión y esperanza, basta ya de caras largas, eso se los dejamos a quienes construyen su vida desde ellos mismos, nosotros lo tenemos a Él.
En la Palabra de Jesús encontramos el secreto de una vida verdadera y plenamente feliz, llena de alegría y de paz, aún en medio de las dificultades de la vida.
Es lo que tiene seguir al Resucitado: sentir cada día la alegría; una alegría profunda y serena, siempre contagiosa, siempre en crecimiento hasta alcanzar la plenitud. En tiempos de alegrías falsas, la auténtica llena y da sentido. Nunca defrauda.
El propósito de permanecer junto a Él, como los sarmientos a la vid, es para llenarnos de alegría. La alegría de la Pascua, de la resurrección, de la comunidad, de la Eucaristía, del encuentro... es nuestra alegría, una alegría no pasajera.
La alegría plena nos la da Jesús. Las demás son pasajeras, limitadas y pequeñas. La gran alegría brota del amor, y esa no nos la puede quitar nadie, ni nada. Una alegría que quiere que esté en nosotros para que seamos sus portadores en un mundo tan falto de ella.
¿Quieres saber si amas de verdad a Dios? Jesús te da un criterio: «Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor»
Señor, ayúdanos a guardar fielmente tus mandamientos. Y a permanecer en tu amor como tú permaneces en el amor del Padre
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