Vida que se da

 


"Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre".

(Mc 14, 12a. 22-25)

Celebramos la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Día en el cual reconocemos que Jesús, Pastor Universal, ha enviado por vocación específica a hombres de nuestro tiempo para reunir a su pueblo en nombre de Él como Pastor.

Hoy, la Iglesia entera pide por sus sacerdotes, para que sea verdad lo que se dice en el Prefacio de la Misa de hoy: «Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y amor».

 

ORACIÓN A JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Señor, Jesucristo, nuestro magnífico y supremo Sacerdote.

Por tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido
como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos.

Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección
te hemos reconocido como el Cordero sacrificial,
mediador entre el Padre y nosotros mismos.

Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección
por los sacramentos del Bautismo y Confirmación,
para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti mismo
por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía.

Así pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciéndonos tu pueblo santo.

Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que nos una a ti,
Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación
para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.

Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión,
que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico,
la Iglesia, para ser tus testigos en el mundo.

Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
tu cruz remedie nuestros males, tu Resurrección nos renueve,
tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos glorifique
y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo
como tú lo estás con el Padre en el Espíritu Santo.

Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima,
Sacerdote, Rey– por el banquete salvador de la Eucaristía
que tú y nosotros ofrecemos en el altar del Sacrificio,
ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo.

Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar
con todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión
con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad.

Amén.


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