Ir al contenido principal

Lo primero

 

"¿POR QUÉ TUS DISCÍPULOS HACEN EN SÁBADO LO QUE NO ESTÁ PERMITIDO?"
 
Mc 2, 23-28

Siempre habrá a tu alrededor “fariseos”, criticones al acecho, nunca están contentos con nada, gente tóxicas; intentarán apartarte de Cristo. No se lo permitas.

La ley, siempre presente en la mente farisea. El amor, siempre motor en la vida de Jesús. A Jesús le cuestionaban por tener una captación diferente de la realidad y de Dios. Dónde los fariseos ven méritos y cumplimientos, Jesús ve a un Padre que de forma generosa regala alimento a sus hijos. ¡Benditas espigas que sacian el hambre! Pero aparece el juicio, la sentencia, la culpabilidad. En vez de alegrarnos de lo que viven los demás sufrimos comparándonos y lamentándonos. Hoy vivamos todo como un regalo que Dios nos brinda.

No traiciones tu conciencia, como decía san Francisco, es el lugar sagrado donde Dios te muestra cómo actuar.

El Señor nos enseñe a mirar cómo Él: no las apariencias sino el corazón. (1Sam 16)

Cuando la norma está por encima del ser humano, la persona queda subordinada, marginada y deshumanizada. El centro de la creación es el hombre y la mujer. Las leyes deben tener como finalidad ordenarlo todo a su crecimiento y bienestar.


«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado»
Un buen recuerdo que las normas y las leyes están hechas no para ser cumplidas sin más, sino para conseguir la salvación de las almas. Lo primero es siempre la persona a la que Jesús miró a los ojos y salvó.

Cuando la persona no ocupa la central preocupación todo se vuelve en su contra: la economía, la política, la propia cultura... Jesús establece que la persona es lo primero, y debe prevalecer sobre todos los demás intereses. Los discípulos del Señor pondremos la persona al centro.

No somos llamados a observar y cumplir normas sino a responder al amor de Dios y a vivir con amor hacia los demás.

Primero las personas y la norma después. La norma tiene que ayudarnos a acoger y amar, cuidar y escuchar, dejar sitio y respetar, curar y servir, animar y acompañar... Las normas no son para excluir sino para dejar sitio. Hagamos normas de abrir puertas y no para dejar fuera. Las normas que emanen del Evangelio tienen que ser normas llenas del amor con que Dios nos ha amado, que acaricien realidades y no creen heridas.  «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado.»


No somos felices porque no somos misericordiosos,
y no somos misericordiosos
porque nos sentimos superiores a alguien.
La misericordia es fruto del más alto grado de amor,
porque es el amor el que nos hace iguales,
y un amor más fuerte nos hace inferiores.
Se podrían establecer tres ecuaciones:
El que no ama se siente superior a todos.
El que ama se siente igual a todos.
El que ama mucho se siente inferior a todos.
Cada uno de nosotros se halla
en una de estas tres posiciones,
que son los tres grados de vida espiritual sobre la tierra:
En la muerte, quien no ama.
En la vida, quien ama.
En la santidad, quien ama mucho.

Carlo Carretto.

 


 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015