Algo pequeño
“La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo”. Así es el Reino de Dios: tiene su propio dinamismo, no depende del esfuerzo humano. ¡Qué torpeza pensar que nosotros podremos lograr aquello que parece resistirse al mismo Dios! No. Basta con confiar en el Señor que nos ofrece procesos para entrenar el corazón al gozo del reino.
La parábola de la semilla nos enseña que el Reino de Dios es algo que está presente en el mundo, pero que no siempre es visible. Es algo que crece y se desarrolla de forma natural, pero que requiere paciencia y confianza.
«¿Con que podemos comparar el reino de Dios?» Al compararlo con lo sencillo y humilde como el testimonio que damos con nuestra vida. No haremos grandes cosas, pero viviremos siendo fieles al amor de Dios, no hay nada más grande que estar orgullosos al cumplir su voluntad.
No despreciar las cosas más pequeñas. En la semilla ya está el árbol. Todo comienza por algo pequeño como un grano de mostaza. El camino se inicia con el primer paso. El secreto consiste en hacer las cosas más sencillas con todo el amor del mundo.
El Reino de Dios, de comienzos pequeños y apariencia modesta, tiene dentro una fuerza secreta, que le llevará hasta su total expansión. Esa semilla está animada por el Espíritu creador.
La semilla germina y va creciendo, sin saber como. El Reino de Dios, esa semilla, crece en la sencillez, el anonimato, lo cotidiano. Dios va haciendo su obra si no obstaculizamos. Lo nuestro es no ensoberbecernos, creernos protagonistas ni hacernos autosuficientes. El Reino excluye ambición del triunfo personal y de esplendor social. La pequeñez del grano de mostaza nos enseña actitudes humildes para caminar hacia la comunión de todos los creyentes.
La grandeza del Reino de Dios a menudo, comienza en lo pequeño y humilde, como una semilla que crece, se convierte en un árbol y brinda cobijo a muchos. ¿Qué pequeñas acciones podemos emprender para sembrar el amor y la bondad en nuestro entorno?
y ofrecen la verdad que han encontrado.
Lo nuestro es sembrar, no controlar la germinación.
Lo nuestro es sembrar, con la esperanza de que Tú,
Señor, antes o después, de una manera u otra, harás germinar
y crecer todas las buenas semillas
"Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender."(Mc4,26-34). Es muy complicado y casi un acto de arrogancia hablar de Dios. No se puede meter el mar en una botella. No se puede meter a Dios o explicarlo con conceptos, definiciones, dogmas, o metáforas. Siempre son aproximaciones. Dios es, y solo con el encuentro confiado, y con el amor desplegado se puede acceder a Él. Lo demás son intentos. Jesús con sus parábolas lo acercaba al corazón de quien le escucha. Cómo nosotros hoy.
Hay un mundo que sufre los dolores de un nuevo amanecer.
Hay semillas de vida traspasando la tierra de la muerte.
Tú me enseñas a verlo, a descubrirlo, Jesús, me das la fe.
Hay un hombre que vive la miseria, sin poder, sin saber, sólo muriendo.
Hay un hombre que, pese a todo, espera justicia y libertad.
Hay dos mundos, tres mundos, divididos por el poder e indiferencia.
Tú me llamas, Jesús, al compromiso, a la solidaridad.
Yo sé que no puedo encontrarte a ti, Jesús, sin tu Reino.
Yo sé que no llega el Reino, si en el centro no estás tú.
Bendito el que marcha en tu nombre, bendito el que en el hermano
ve tu rostro, se detiene y comparte hoy su cruz.
E. Fernández
Comentarios
Publicar un comentario