¡Levántate!

 

"Levántate, coge tu camilla 
y vete a tu casa" 
(Mc 2, 1-12)

Este pasaje es un mensaje de esperanza para todos nosotros. Nos recuerda que Jesús es poderoso para sanar, que la fe es importante, y que Jesús es un Dios compasivo.

Jesús no impone, propone. Nos propone su palabra, para responder con nuestra vida. Nos propone una amistad, que tenemos que aceptar y cuidar. Nos propone un cambio y un camino a su lado. Toda propuesta necesita respuesta. ¿Nos atrevemos?

A Jesús le presentan un paralítico, introduciéndolo por un boquete que cuatro habían abierto en la techumbre. Una originalidad absoluta. Una creatividad desbordante. Una fe imparable. Ante la necesidad, ingenio. Ante la dificultad, fortaleza. La fe no tiene límites.

La fe y el amor de cuatro amigos vence la resignación, busca alternativas y abre caminos donde parece que no los había. Ojalá nunca nos resignamos ante el sufrimiento de los demás.

Se buscan "camilleros" que acerquen a Jesús a todos los "paralíticos" y a los que se sienten paralizados por cualquier causa.


«Levántate, coge la camilla y echa a andar»
Cuando pedimos salud queremos que ninguna enfermedad venga a arruinarnos la vida. Pero la verdadera ruina viene si no cuidamos el interior y olvidamos que un espíritu libre es capaz de llevar las dificultades de la vida con esperanza.

"Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”. (Mc2,1-12). Es un mensaje claro y directo: coge tu historia, tú pasado, lo que has vivido, y hoy, ahora, con estos, ¡levántate! No nos dejes quedarnos postrados, paralizados, victimizados. No nos dejes sentir ni la soledad ni el fracaso. Que tú presencia Señor que lo envuelve todo nos rescate de cegueras y rencores. La fe lo ilumina todo con una nueva luz. Lo que parece un fracaso puede que sea lo que más me ayude a conocerme. Lo que parece un éxito a lo mejor es el origen de la desgracia.

Señor, yo soy esa persona paralizada por mis limitaciones, mis culpas, mis miedos, mi desesperanza, mi orgullo…
Que tu amor y el amor de quienes me acercan a Ti me permita levantarme de mi postración.

"Nunca hemos visto una cosa igual". La autoridad de Jesús causaba admiración. Nadie había sido nunca capaz de curar por su palabra; nadie había logrado que su palabra y sus hechos siempre fueran juntos, en perfecta coherencia: lo que Jesús decía de palabra se cumplía perfectamente con sus hechos. ¡Lo nunca visto!

 

Me pongo ante ti, Jesús, tal como soy y estoy.  Dejo que tu vida me vivifique y tu gracia me inunde.  Siempre respondes con la plenitud de tu perdón.  Sólo Tú puedes devolver a nuestras vidas el estado de gracia. Sólo Tú curas nuestras heridas con el bálsamo de tu amor. ¡Qué afortunados somos, pues no tenemos que desmantelar tejados para obtener tu perdón!

LEVÁNTAME
Levántame y sácame de mi parálisis.
Levántame y sácame de mi postración.
Levántame y sácame de mi miedo.
Levántame y sácame de mi pecado.

- Señor, aumenta mi fe.

Señor Jesús,
tú nos das la paz del corazón.
Gracias por tu perdón,
que reconcilia lo que en nosotros está roto.
Con tu perdón podremos levantarnos,
caminar,
y ayudar a caminar a otros.


 

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