Migajas

 



"Al llegar a su casa se encontró a la niña echada en la cama" 
(Mc 7, 24-30)
 
 
Una mujer pagana, fenicia, se echa a los pies de Jesús. Más allá de creencias y lugar de procedencia, la necesidad la mueve.
No importa el rechazo, la discriminación, ni la humillación.
Su fe y humildad son más fuertes.
La salud y la salvación llegan con ellas
 
Seamos agradecidos con el Señor, reconozcamos su poder y anunciemos su salvación a todos, sin apropiarnos de sus dones, para que otros muchos conozcan su misericordia, lo invoquen con fe y lo sigan con alegría.
 
Con solo tus ‘migajas’, Señor, me basta.
Me conformo con 'las migajas' de un instante de tu mirada intensa, un segundo que transforme mi vida y me llene de la luz que necesito para no tener miedo, para vencer las dudas.
 
En los hombres los sentimientos mueven mucho, porque estamos hechos de alma y cuerpo.
A Dios lo que más fuerte le puede mover el corazón es la fe, condición necesaria de todo cristiano que pide a Dios su felicidad.

Cristo nos invita a dar, no sólo las migajas de nuestro amor, de nuestra ayuda; sino dar incluso nuestra propia vida, para que los demás recobren su dignidad y vivan como hijos de Dios y hermanos nuestros.

Señor, aunque no siempre lo reconocemos,
te necesitamos, como la mujer cananea.
Por eso te decimos: "Ten compasión de mí,
Señor, Señor, socórreme".

A veces no te sentimos a nuestro lado,
parece que estamos en tu lista negra,
que nuestras palabras no llegan a tus oídos
y tu corazón está cerrado a nuestro dolor.

Danos un corazón que no desconfíe,
que sepa pedir y esperar tu ayuda.
Conserva y auméntanos el don de la fe,
para sepamos que Tú estás, aunque no te sintamos.





Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Santa Teresa de Calcuta

La familia según el papa Francisco