El envío

 


«Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja.» 
(Marcos 6,7-13)
 
Siempre en camino, con lo puesto, al encuentro del otro, con la fuerza y la autoridad de Jesús, para liberar y sanar, para consolar y curar...
 
Si nos alejamos de la fuente, la vida pierde color, sabor, fuerza. Andamos sedientos, resecos duros, cansinos, arrastrando penas.
Si el amor de Dios no nos llena el corazón, es difícil sonreír, vivir lo cotidiano con alegría y esperanza.
La nada avanza.
Los hombres de traje gris.
 
¿Con qué contamos para combatir el mal?
La oración.
La ayuda solidaria.
El apoyo mutuo.
La vida comunitaria.
La Eucaristía.
La fuerza de la Palabra...
"Solo se vence al mal a fuerza de bien".
 


El anuncio del Evangelio pasa por la hospitalidad, por acoger.
El enviado confía en Dios, Él lo acompañará. Los que recibimos tenemos que abrir nuestra casa, acoger al enviado.
Gratitud y generosidad.
 
A nosotros también Jesús nos sigue enviando a predicar su buena noticia.
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio”.
Jesús nos envía y nunca hemos de olvidar que a quien tenemos que predicar es a Él mismo y a su evangelio.
 
¿A dónde te envía hoy el Señor?
 
¿Estoy convencido de que la misión de la Iglesia es un asunto comunitario ("los fue enviando de dos en dos")?
 
El envío no es cuestión de multitudes, ni tampoco de individualidades.
De dos en dos.
En comunidad.
Para mostrar autoridad.
Él envió no necesita bienes materiales, pero si un bastón para apoyarse y unas sandalias para dejar huella en los caminos de la historia.
 
Coloquio en salida
Oigo mi nombre en tus labios, Señor de la Vida,
que me invita a salir al Reino,
con mis temores, pero con tu fuerza;
con mis dudas, pero con tus certezas;
con mis tropiezos, pero con tu mirada puesta en el horizonte;
con mis inseguridades, pero con tu promesa;
con mi debilidad, pero con tu esperanza;
con mi nada, pero con tu todo.
Y entonces salí, con ilusión y empeño, hacia el Reino
y no vi más que sonrisas, abrazos y encuentros.

(Glòria Díaz Lleonart)



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