Te ama tanto
El pasaje de Juan es un mensaje de esperanza y amor para todos nosotros. Nos recuerda que Dios nos ama profundamente y que envió a su Hijo Jesús para salvarnos. La fe en Jesús es la clave para la vida eterna.
No somos conscientes de lo inmenso que es el amor de Dios. Inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo... hasta el punto de entregarnos a su Hijo para nuestra propia salvación.
Tanto amó Dios al mundo, que acogió lo más alejado para hacerse cercanía. Lo más despreciable para mostrarle su valor. Lo más oscuro para iluminarlo. Lo más perdido para encontrarlo. Lo más imperdonable para salvarlo. Dios ama nuestra completa libertad.
"Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él." Juzgar lo que vivimos le toca a Dios. A nosotros nos falta luz. Somos muy primarios y rápidos a la hora de juzgarnos a nosotros y a los demás. Decidimos lo que está bien o está mal según nuestro interés. Por eso la vía del "no juicio", la vía de la confianza y el camino de seguir día a día es la única opción. Si nos alejamos de lo que nos cuesta, si rechazamos lo que nos duele, nunca nos acercaremos a la luz de Dios. A Jesús le esperaba la resurrección detrás de lo que suponía cruz.
La gracia sana, restaura, rediseña, el maravilloso proyecto humano y divino en cada uno de nosotros, y Cuaresma es tiempo de gracia, para reiniciarnos en la proyección de la Resurrección Pascual de Jesús.
Que su luz, la Luz verdadera, sea la que ilumine nuestras obras para que sea Él y sólo Él el que mostremos. Acerquémonos a la luz para que nos guíe, para que nos haga reconocer lo valiosos que somos, las posibilidades que tenemos de ser con y en Él.
Estar al lado de la luz nos facilita reconocer al otro como hermano y prójimo, nos ayuda a descubrir su necesidad y servirle.
Jesús, en
nuestro mundo a menudo vemos que hay ladrones o violentos
que se esconden en la oscuridad para hacer el mal. También dentro
de mí descubro esa lucha entre luz y oscuridad, entre querer obrar bien y
hacer el mal.
Hoy en el
evangelio descubría a Nicodemo acudiendo de noche a ti, Jesús, y dejándose
“encender” por ti.
Como Nicodemo,
también yo acudo a ti porque sé que si tú estás cerca, tu luz me
inunda y no paro de amar a los que me rodean, mis obras son buenas y mi fe
grande.
Gracias Jesús
porque me llenas de luz y de
esperanza para que resplandezca lo bueno, generoso, amable y solidario que hay
en mi. Tu amor es fuente de toda luz y de todo amor.
También quiero
agradecer que haya tantas personas que siembran en mi y en nosotros un poco de
tu luz, los guías y acompañantes que nos cuidan y nos llevan por el buen
camino.
Jesús enciende
en nosotros tu luz, la luz de la fe, la luz de la verdad, para
que regalemos a todos la luz de tu AMOR.
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