¿Con quién estás?

 

"El reino de Dios ha llegado a vosotros".
(Lc11,14-23).

En el Evangelio, vemos cómo los milagros de Jesús evidencian la presencia del Reino, aunque algunos se resisten a aceptarlo. ¿Qué obstáculos nos impiden reconocer la presencia del bien en nuestra vida?

Como sus antepasados fueron “sordos” frente a la predicación de los profetas, los contemporáneos de Jesús fueron, además, “ciegos” ante los múltiples «signos» de su presencia salvadora. Sus críticos llegan al extremo de catalogarlo como cómplice del demonio. Por algo en el lugar paralelo de san Marcos a esta calumnia se le califica como imperdonable «blasfemia contra el Espíritu Santo». Al optar por Cristo, que es el más fuerte y que ha vencido el mal, podremos salir victoriosos sobre el pecado, que tratará de ejercer siempre su dominio sobre nosotros.


"El reino de Dios ha llegado a vosotros".
Desde que Jesús nació de María lo humano y lo divino danzan unidos como la levadura se une a la masa. El abrazo de Dios quiere dar calor y sentido a toda la acción humana. Pero solo los que miran con el corazón pueden verlo. El Reino está germinando en medio de la historia y crece y da frutos. Todo lo que entregamos diariamente en la familia, en el trabajo, con los amigos, en la comunidad es creación del Reino. Lo que guardamos, ahorramos, olvidamos o vivimos con indiferencia, ralentiza la llegada del amor de Dios a nuestras vidas.

Y yo, ¿en qué experiencias reconozco la presencia de Dios y de su Reino?

Danos un corazón y una mirada limpios, 
para reconocer los signos de tu presencia, 
en medio de las alegrías y tristezas de la vida


“El que no está conmigo está contra mí”
Hay situaciones en las que no hay más que dos opciones: o se avanza en una dirección o en la contraria. Jesús advierte a sus discípulos que están con Él o contra Él. No cabe el espacio para las medias tintas, las opciones intermedias o las posiciones ambiguas. Seguirle es la clave.

¿Dónde estás? ¿Con quién estás? Dios nos quiere muy unidos a Él. ¿Realmente lo estás? ¿O solo “de boquilla”?

«El que no recoge conmigo desparrama» Vivir a Cristo es aprovechar cada una de las semillas para que el fruto, cuando sea el momento de recogerlo, sea provechoso para el evangelio. Si pensamos que el fruto es gracias a nuestro trabajo estamos perdiendo la semilla de la verdad

¡Fuera!

¡Fuera la inquina,
los desprecios, la venganza!
Los vanos sueños,
las inútiles quimeras, ¡fuera!
¡Fuera las distancias insalvables
entre hermanos!
Dentro el amor,
eterno, posible,
a tu modo.
Quién fuera echando demonios
y bendiciendo historias
con el verbo
con el beso
con la vida.
Quién fuera
dejándose sanar por dentro
de tantos dolores que nos aquejan,
y sanando, a tu modo,
a otros que fuera esperan
un roce,
un gesto
una respuesta…


(José María R. Olaizola, sj)


 

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