Guardar
La Alianza establecida por Dios con su pueblo se remonta a la persona misma de Abraham. Él –llamado a ser padre de una inmensa muchedumbre– hubo de madurar en la fe, «esperando contra toda esperanza». La figura de Abraham juega un papel muy destacado en su relación con Cristo. En Él se realiza, además, la nueva y definitiva Alianza de Dios con la humanidad y la victoria definitiva sobre la muerte. Porque los judíos no conocían al Padre, a quien, no obstante, llamaban «su» Dios, tampoco podían reconocer ni aceptar a Jesús, su Mesías y Enviado.
Nos habla del olvido, la verdadera muerte es la de aquel que nadie recuerda, que ha pasado la vida sin sentido, sin vivir y entonces la vida se convierte en muerte porque nada ha tenido sentido. La vida en Cristo es plena.
La muerte es enemiga de la vida. Es muerte lo que nos roba el amor, lo que nos distancia de los demás. Es muerte lo que nos aísla y aparta de Dios. Por eso la Palabra se convierte en nuestra medicina. Una palabra de Jesús basta para salvarnos. La palabra contiene y expresa todo el amor de Dios a lo largo de la historia. Por eso es la que vence a la muerte. El amor es más fuerte que todas las muertes. Por eso Jesús nos anima a abrazar todas las cruces, convirtiéndolas en puertas de vida y resurrección.
"Quien guarda mi Palabra no verá la muerte para siempre". Una muerte para siempre haría una vida plenamente baldía. El corazón reclama lo contrario. Podrá ser muy limitado pero anhela vivir para siempre. Pero ¿cómo lograrlo? Sólo hay una posibilidad: Guardar la palabra del Señor; esa es la fuente de la vida plena y sin fin que deseamos.
Es a Él a quien esperamos y seguimos. Aquel 'Yo soy el que soy' que escuchó Moisés desde la zarza ardiendo que condujo a la liberación del pueblo de Israel se convierte ahora en un 'Yo soy' nuevo, como propuesta nueva de liberación, de Salvación, de Vida. Él es a quien esperamos, el que cambia la vida por completo. Aquel que mueve corazones para que podamos 'mover montañas' si creemos en Él. Nosotros, ¿nos preocupamos de entender a Jesús o también nos escandalizamos?
El Padre y el Espíritu nos revelan el Camino, la Verdad, y la Vida. Para comprender a Jesús, hay que sintonizar con su estilo: sacrificio en obediencia y amor.
El Evangelio, la vida en Cristo es alegría. ¡Vívela! ¡Compártela!
para que toda mi vida se transforme;
no para recrearme en mi visión,
ni siquiera para complacerme en Ti,
sino para agradarte y complacerte tan sólo a Ti
No te ocultes, Señor, a mí;
al contrario, descúbrete más,
manifiéstate más.
Que me sea forzoso verte y conocerte;
que no me quede ningún
género de vacilaciones
sobre quién eres Tú.
Tú eres el Dios escondido e invisible,
a quien nunca ojo humano ha visto
ni puede ver.
Y, sin embargo,
te dignaste aparecer en la tierra
y te dejaste ver entre los hombres.
Que te vea y te reconozca.
Amén.
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