¡Ven, Espíritu Santo!
"El Espíritu de la verdad
os guiará hasta la
verdad plena"
(Jn 16,13)
El Espíritu nos acerca a la verdad de Jesús, centro y
meta del universo; nos empuja a recorrer terrenos inexplorados de la verdad de
Jesús.
En cada época nos sorprende con nuevos aspectos de su
Evangelio.
Colócate cada mañana en la gracia.
Tu verdad más honda es que eres hijo y hermano de todos.
Al anochecer dedica unos momentos a recrear tu mayor regalo.
Ante las máscaras de mí mismo, ven Espíritu de la verdad.
Ante la hipocresía del mundo, ven Espíritu de la verdad.
Ante las mentiras que inventamos, ven Espíritu de la
verdad.
El Espíritu es el que:
Dinamiza la Iglesia.
Actualiza a la Iglesia.
Hace peregrina a la Iglesia.
Pone al día a la Iglesia.
Inspira los cambios necesarios para entender hoy el Evangelio.
Dinamiza la Iglesia.
Actualiza a la Iglesia.
Hace peregrina a la Iglesia.
Pone al día a la Iglesia.
Inspira los cambios necesarios para entender hoy el Evangelio.
Te bendigo y te alabo, Padre, por haber puesto tu
Espíritu en la persona humana.
Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva.
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada día.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.
Ayúdame a reconocer que la rutina no existe,
porque cada día es nuevo cada día, porque siempre
hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.
Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión,
esperanza y entusiasmo.
Toma toda mi vida, Espíritu Santo
y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano, y pueda descubrir
el mensaje que hoy tienes para mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo!
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada día.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.
Ayúdame a reconocer que la rutina no existe,
porque cada día es nuevo cada día, porque siempre
hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.
Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión,
esperanza y entusiasmo.
Toma toda mi vida, Espíritu Santo
y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano, y pueda descubrir
el mensaje que hoy tienes para mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo!
Amén.
"No está
lejos de ninguno de nosotros,
pues en él vivimos,
nos movemos y
existimos".
(Hch. 17,
15.22-18,1)
Como el pez vive en el agua, nosotros vivimos en Ti.
Solo en tus aguas tenemos vida.
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