Os he elegido
"Como el Padre me ha amado,
así os he amado yo:
permaneced en mi amor"
(Jn 15,9)
Jesús nos pide que permanezcamos en el amor,
comprometidos con los que están en las orillas, entregando la vida por ellos,
sobreponiéndonos al cansancio y agarrándonos con fuerza a la esperanza.
Cuando el amor se extiende por el mundo, se alegra el
corazón del Padre.
Orar es vivir la gozosa experiencia de la gratuidad;
es dar a todos, gratuitamente, acogida, comprensión, ayuda, perdón, amor,
unidad, un hueco para todos los que tienen sed del Agua viva.
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar
la vida.
Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede
dar la vida poco a poco.
La primera forma
es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos.
La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante
nadie.
Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va
capacitando para poder dar la vida entera.
Las cosas importantes no se aprenden en un minuto.
A dar la vida se aprende dando la vida.
¿En mi trabajo, con los amigos y la familia, cómo puedo
dar la vida, Señor?
Señor, ayúdame a crecer en generosidad
Perdona y cura el egoísmo que me paraliza
El amor empieza y finaliza en Dios, pasando por el
hermano.
Amar en cristiano no es más que corresponder a Dios,
devolverle su ternura, compartir con los demás el amor y la amistad que de él
recibimos gratuitamente por Cristo.
La medida del mundo de una persona es el tamaño de su
corazón; y la medida de nuestra fe en Cristo es la lista de gente en quien
creemos y esperamos.
Gracias, Padre, porque Cristo, tu Hijo, nos dio la mayor prueba de amor al morir por nosotros.
Su último aliento fue una palabra de excusa y perdón.
Por eso pudo mandarnos: Amaos como yo os he amado.
Por eso pudo mandarnos: Amaos como yo os he amado.
Y nosotros queremos cumplir fielmente su mandato.
"Soy yo quien os he elegido."
Sentirse seducido, sentirse amado, sentirse afortunado, sentirse elegido.
Jesús nos ha elegido.
Dios siempre se nos adelanta.
Gracias, Jesús, por elegirnos como amigos tuyos.
Enséñanos a corresponder a tu amistad y tu elección para
que demos fruto abundante y duradero.
Ensancha nuestro corazón a la medida del tuyo para que, viviendo
en comunión contigo y los hermanos, alcancemos la felicidad de tus amigos para
siempre.
Iba a ponerme en tu camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.
Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.
Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.
Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.
Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?
Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote.
cuando ya venías tú hacia mí.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.
Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.
Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.
Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.
Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?
Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote.
Fue elegido el último y de forma muy especial.
No importa el tiempo ni la forma en que seamos llamados.
Lo importante es escuchar la llamada y responder.
Somos lo que somos delante de Dios.
Él no mira apariencias, sino el corazón.
Estamos hechos del mismo barro -a pesar de las
diferencias- y nos sostiene un mismo Amor.
Acoger al que viene de nuevas sin prejuicios ni etiquetas.
Dolerte con el dolor del que sufre.
Quitarme yo para que te pongas tú.
Ser el primero en servir.
No buscar protagonismo.
Humildad.
Comunión.
San Matías, ruega por nosotros, para que tengamos
siempre abiertos nuestros oídos y dispuestos nuestros pies para seguir a Jesús
por los caminos que nos vaya mostrando
Volvamos una vez más nuestra mirada a la Virgen Madre,
para dejarnos acompañar por ella y permanecer en el amor de su Hijo.
Comentarios
Publicar un comentario