Venid a la fiesta.


"Muchos son los llamados, 
pero pocos los elegidos" 
(Mt 22, 1-14)

El Señor  nos invita: 

Venid todos, la mesa está servida, 

todo está listo. 

Venid a la fiesta.  

Dichosos los invitados a la cena del Cordero.

Hoy has preparado un banquete,
en tu amplia tienda de la alianza
levantada en esta tierra tuya y nuestra,
para que tu presencia no nos resultara extraña.
Es tu hijo quien se casa,
y la ocasión es única
para hacernos presente
tu generosidad y gracia.

Ya está la entrada engalanada,
los jardines adornados,
las farolas y antorchas alumbrando
caminos, rincones y plazas,
las habitaciones dispuestas
y la sala del banquete preparada
con todo lo necesario para la fiesta,
porque la ocasión es única.

La mesa lista para el banquete
con los mejores manjares que se conocen
y un vino reserva excelente,
para alegrar a los reticentes,
traído de tu viña predilecta.
Todo en abundancia,
que a ti te gusta que sobre y no falte
cuando se va o se pasa por tu casa.

Los criados han partido
para invitar a tus amigos,
que son muchos y muy distintos
y están dispersos por el amplio mundo.
¡Venid a la fiesta! ¡Venid a la fiesta!,
se oye en pueblos y casas,
y como un eco resuena setenta veces siete
y llega a todos los corazones.

Atardece, y tu tienda está vacía.
Tus amigos, muy ocupados
en sus cosas y haciendas,
declinan la invitación
como si fuese una oferta cualquiera.
Te hacen pasar un mal trago
aduciendo motivos, disculpas y excusas
que suenan a justificar sus conciencias.

Sin embargo, hoy, la fiesta se hará;
es tu querer y voluntad decidida.
Tu generosidad y riqueza
no pueden terminar en la basura.
De la calle, de las plazas,
de los rincones más olvidados
y del reverso de la historia
llegarán tus invitados.

Serán cojos, ciegos y sordos,
hambrientos, pobres y presos,
ciudadanos y extranjeros,
emigrantes sin papeles,
hombres y mujeres, ancianos y niños
de toda raza, color y oficio,
que oyen a tus mensajeros
y se sienten sorprendidos.

Los que a nada sois invitados...
¡Venid a la fiesta!
Los que estáis solos y sin futuro...
¡Venid a la fiesta!
Los que tenéis hambre y no trabajo...
¡Venid a la fiesta!
Todos los despreciados y humillados...
¡Venid a la fiesta!
Los sin nombre y sin historia...
¡Venid a la fiesta!
Los que no sois sino recursos humanos...
¡Venid a la fiesta!
Los que sufrís la risa y la miseria...
¡Venid a la fiesta!
Los nadie de ahora y siempre...
¡Venid a la fiesta!

¡Vamos a tu fiesta, Señor!

Florentino Ulibarri

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