Ir al contenido principal

Trabajar en su viña.

"¿Vas a tener tú envidia
porque yo soy bueno?"
(Mt 20, 1-16)

¡Dichosos los que aceptan la lógica de Dios, la BONDAD!

La parábola de los viñadores a distintas horas lanza una pregunta clave: ¿tienes algo que no hayas recibido?
Entonces, ¿por qué exiges paga?

Somos amados, no por nuestros méritos, sino por Su Misericordia.
Lluvia y sol son para todos.
La Vida es para todos.
Cristo es para todos.

No estamos solos ni abandonados.
El Espíritu de Dios se ha hecho uno con nosotros y nos impulsa a vivir con entusiasmo.

Somos Hijos amados.

Dios nos busca, nos llama e invita a trabajar en su viña.

NO ME OLVIDES, SEÑOR
En el amanecer de cada día  pronunciar mi nombre, enviarme, como si fuera la primera  vez, a sembrar ilusiones en los senderos  espinosos a llevar esperanza, donde gime el  hombre perdido.
NO  ME OLVIDES, SEÑOR
Y, si no te escucho, manda el aliento de tu Santo  Espíritu para que, ajustándome con salario  divino -ser feliz haciendo lo que yo hago- y nunca me canse de trabajar con el  arado de mis manos la divina hacienda o tierra que me  confías.
NO  ME OLVIDES, SEÑOR
Si me destinas a formar una familia, que sea responsable en su  crecimiento humano y espiritual
Si te fijas en mí para proclamar tu  Palabra que lo haga de una forma nítida y  sensata
Si me llamas para ejercer la  caridad, que no me fije en aquello que doy…  ni en lo que dejo atrás
NO  ME OLVIDES, SEÑOR
¡Tengo tanto miedo de no ser tu  asalariado!
¡Tengo tanto temor de que no cuentes  conmigo!
¡Tengo tantas dudas de si estoy  trabajando tu viña o si, por el contrario, estoy  trabajando mi terreno!
NO  ME OLVIDES, SEÑOR
No pases de largo y si me ves  reticente empújame con el auxilio de tu Gracia
Sorpréndeme con nuevos proyectos e  ilusiones
Levántame cuando, bajo las cepas de  tu viña, vea que no producen o verdean el  fruto deseado
¡NO  ME OLVIDES, SEÑOR!
Y, si no acierto a la hora de podar  tu viña; perdóname
Y, si exijo algo que no es mío; que  recupere la paz
Y, si las tormentas se desatan; dame  un poco de calma
¡NO  ME OLVIDES, SEÑOR!
Que, hoy más que nunca, quiero ir a  tu viña
Porque, entre otras cosas,  trabajando para Ti y contigo es el mejor salario que jamás haya  recibido
A lo dicho, Señor…
No pases de largo…
Quiero trabajar contigo. 
Amén
(Javier Leoz)



Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)