“Velad, porque no
sabéis el día ni la hora”
(Mt 25, 13)
De nuevo el evangelio nos recuerda que nuestros dones son
un regalo que debe ponerse al servicio de la comunidad.
Nadie es inútil, todos tenemos unos talentos que aportar.
Cuando nos escudamos en la vergüenza o en falsas
humildades, actuamos como el siervo que recibió un talento.
Las comparaciones sólo ayudan si nos animan a la
superación.
- Señor, que no me deje llevar por el camino fácil de la comodidad.
En esta parábola Jesús nos exhorta a estar preparados
para su venida que puede tener lugar en el momento menos esperado.
La certeza de su venida debe impulsarnos a un compromiso
activo que consiste en poner en práctica sus enseñanzas, resumidas en el
mandamiento del amor.
Mantén tu lámpara encendida con el aceite de la fe, de la
alegría, de la fraternidad y de la caridad mutua.
Dios Padre y Madre, ayúdame a vivir con responsabilidad
y esperanza mi vida, aleja de mí el desánimo y la tristeza.
Que no me canse de trabajar en tu Reino.
Señor, tú nos has confiado muchos talentos, muchas capacidades, muchas posibilidades de crecer y servir.
Hay talentos muy vistosos: la simpatía, la facilidad de palabra, la fuerza física...
Otros talentos están más ocultos: la capacidad de
amar, de escuchar, de rezar...
Señor, gracias por todos los talentos he recibido a lo largo de mi vida.
Señor, gracias por todos los talentos he recibido a lo largo de mi vida.
Dame sabiduría para reconocer hasta los talentos más
ocultos y aquellos que crecen en mí cuando me acerco a ti a los hermanos.
No permitas que, en vez de agradecer los talentos recibidos, esté continuamente echando de menos los que han recibido otros.
Señor, gracias por todas las personas, por todas las situaciones complicadas que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos, desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades al servicio del prójimo y del necesitado, de un mundo más hermoso, de una iglesia más evangélica y evangelizadora.
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos, porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
Señor, ayúdame a conocer, valorar, agradecer y trabajar los talentos recibidos.
No permitas que, en vez de agradecer los talentos recibidos, esté continuamente echando de menos los que han recibido otros.
Señor, gracias por todas las personas, por todas las situaciones complicadas que me ayudan a descubrir y desarrollar talentos nuevos, desconocidos.
Gracias por ayudarme a poner mis capacidades al servicio del prójimo y del necesitado, de un mundo más hermoso, de una iglesia más evangélica y evangelizadora.
Te pido perdón porque no he trabajado todos los talentos, porque muchos han acabado escondidos bajo tierra.
Señor, ayúdame a conocer, valorar, agradecer y trabajar los talentos recibidos.
Así crecerá la alegría en mis hermanos y en mi corazón
y en el tuyo.
Amén.
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