“¡Que llega el esposo, salir a recibirlo!”
(Mt 25,6)
Las lámparas nos
recuerdan los dones que hemos recibido cada uno de nosotros.
Las personas
aparentemente somos iguales, pero nos distinguimos verdaderamente en los
momentos cruciales.
Quien vive comparándose con los demás no recarga las pilas
de sus capacidades y ante la dificultad se hunde.
Es responsabilidad nuestra el
enriquecernos a través de la oración y los sacramentos.
- Señor, que sepa descubrir tu presencia en lo cotidiano.
- Señor, que sepa descubrir tu presencia en lo cotidiano.
El Señor siempre
llega.
Cumple su promesa.
El problema está en nosotros, que nos hemos cansado
de esperarle. Aun así, Él viene, viene, viene siempre.
¿Cómo recibes a Jesús?
¿Con rutina o con alegría?
¿Cómo recibes a los que viven contigo?
¿Con gozo o
con indiferencia?
Entra en mi casa, Señor.
Entra en mi corazón.
Que lo mío
sea tuyo y lo tuyo mío.
Gracias.
Amén.
Aleluya.
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