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Fidelidad y entereza de María al pie de la cruz.


"Ahí tienes a tu madre" 
(Jn 19,27)

María ha sido fiel a Jesús hasta el final.
María estaba al pie de la cruz, junto a su hijo.
María se mantuvo a distancia cuando Jesús “triunfaba”, cuando querían hacerle rey, cuando lo aclamaban...
Pero ahora, en la cruz, María está cerca, muy cerca.

Ha dicho sí cuando todo sonría y ha dicho sí cuando todo era oscuridad.
Su sí ha abierto en el mundo caminos de fecundidad y de esperanza.
Cada vez que dices sí a Jesús, también en las dificultades, se ensancha el espacio de tu tienda y Dios te da nuevos hermanos y hermanas a tu cargo, para que los cuides.

“Mujer, ahí tienes a tu hijo... Hijo, ahí tienes a tu madre”.
Jesús está preocupado por sus discípulos y cuando ya les ha dado todo, les da a su madre, para que los cuide, para que aliente su fe.
María acogió la nueva misión y en su corazón resonaron aquellas palabras primeras: “hágase en mí según tu palabra”

María junto a la Cruz.
La Madre sosteniendo al Hijo con su mirada y su corazón.
Discípulos aprendiendo del Maestro a amar hasta el extremo.
Con Jesús, junto a los que sufren, acompañando y sosteniendo su dolor y traspasándolo del amor y de la luz de la Cruz de Cristo.
El dolor de la Virgen fue profundo pero nunca se derramó en el pozo abismal de su esperanza.
Todos podemos calmar nuestra sed en ella.
Siempre que hay un hijo que atraviesa una pasión, allí está la Madre...

«La mujer que en las bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría» (Papa Francisco).

Señor, que sea tu presencia amorosa para los que sufren.

Cuando miro mi corazón veo tu luz, María.
Cuando miro mi corazón, me encuentro con muchos nombres.
Gracias por tanta fecundidad, Señor.
Gracias, María, por ser madre, nuestra madre, mi madre
Gracias, María, por tu ejemplo de fidelidad y entereza
Gracias por estar siempre a mi lado, sobre todo cuando sufro
Gracias, Jesús, por compartir con nosotros hasta a tu madre
María, enséñanos a estar cerca de los que sufren
Danos fuerza, Señor, para acompañarte siempre

Madre:
Haz fuertes a nuestras madres.
Haz fuertes a tantas madres que también han perdido a sus hijos.
Haz fuertes a tantas madres que tienen que sacar adelante a sus hijos.
Haz fuertes a tantas madres que cada día dejan su vida hecha jirones buscando el pan de sus hijos.
Haz fuertes a tantas madres que también hoy “están de pie” junto a la cruz de sus hijos.


Señor Jesús,
aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz,
con tu Madre y el discípulo amado.

Te pedimos perdón por nuestros pecados

que son la causa de tus sufrimientos de ayer y hoy.

Te damos gracias por haber pensado en nosotros

en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.

Virgen Santa, acógenos bajo tu protección

y haznos cercanos a tus hijos que sufren.

San Juan, alcánzanos la gracia

de acoger como tú a María en nuestra vida
y para seguir a Jesús con ella y como ella. Amén.

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