Dar tesmonio de Cristo con el perdón.
“Si tu hermano te
ofende siete veces en un día,
y siete veces vuelve a decirte:
‘lo siento’, lo
perdonarás”
(Lc 17,4)
El evangelio empieza por
dos instrucciones sobre la vida de la comunidad cristiana.
Primero, palabras duras para el que hace caer
a los demás o los aparta del camino de la fe.
Inmediatamente, el incentivo al
perdón ofrecido y recibido con generosidad.
Los apóstoles se dan
cuenta de que esto supone fe, y la piden.
La respuesta de Jesús subraya su valor: gradas
a ella se vencen los obstáculos para perdonamos y para evitar hacer caer a los
demás.
- Señor Jesús, ayúdanos
a valorar más la vida fraterna y a ser constructores de ella.
La comunidad cristiana
aparece como una comunidad de pecadores que experimentan la proximidad y la
acogida de Dios en el perdón fraterno.
Jesús
te anima a perdonar sin límites al hermano, el perdón dado y recibido pacifica
el corazón y despierta tu capacidad de amar.
Aumenta mi fe, Señor,
fortalece mi confianza en Ti, que mi vida se arraigue en tu Palabra de
Vida.
Señor, no nos dejes
caer en el "ojo por ojo" o en el "diente por diente";
no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza.
Ayúdame a seguir amando a quién se equivoca, a quien me hace daño;
Dame sabiduría para convertir el dolor en compasión afectiva y efectiva.
Enséñame a rezar por las personas que me han herido con sus palabras y obras;
a corregir sin humillar, por amor, con delicadeza, buscando el bien del otro.
Dame amor para no criticar a la espalda, para corregir a la cara, a solas.
Si no me hace caso, que no me dé por vencido y busque la ayuda de otras personas y de la comunidad.
Y si, ni aun así, no se corrige, dame la paz del que hace todo lo posible para solucionar un problema.
Señor, dame amor para corregir a quién se equivoca
y mucha humildad para dejarme corregir cuando me equivoco yo.
no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza.
Ayúdame a seguir amando a quién se equivoca, a quien me hace daño;
Dame sabiduría para convertir el dolor en compasión afectiva y efectiva.
Enséñame a rezar por las personas que me han herido con sus palabras y obras;
a corregir sin humillar, por amor, con delicadeza, buscando el bien del otro.
Dame amor para no criticar a la espalda, para corregir a la cara, a solas.
Si no me hace caso, que no me dé por vencido y busque la ayuda de otras personas y de la comunidad.
Y si, ni aun así, no se corrige, dame la paz del que hace todo lo posible para solucionar un problema.
Señor, dame amor para corregir a quién se equivoca
y mucha humildad para dejarme corregir cuando me equivoco yo.
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