Ir al contenido principal

La paz que Tú nos regala

 


"En el mundo tendréis luchas; 
pero tened valor: yo he vencido al mundo."
 (Jn 16,29-33).

«No estoy solo, porque está conmigo el Padre» Saber en la vida que no estamos solos, nos da la fuerza para afrontar actos que de otra forma no nos atreveríamos ni a pensar. Jesús sabe que el Padre está con él y nosotros que ellos, en unión, nos animan en nuestra vida de fe.


Os he dicho esto para que encontréis paz en mi”
La paz que Él da no es como la que da el mundo, su paz es una relación basada en la fidelidad, en la entrega generosa, en el darse sin medida, en la espera permanente, en la escucha y la propuesta acompañada. La paz a su lado quita el miedo.

 La paz, que nos dejas, que nos das. 
La paz de poner la confianza en ti. 
Si tú estás conmigo, y lo estás, 
¿qué me puede separar de ti? 
La paz interior, la paz que trasciende toda guerra, 
la paz de quien no busca nada más que a ti, 
y la llegada de tu Reino. 
Paz en ti, nada más, ni nada menos.

La paz que Él da no es como la que da el mundo, su paz es una relación basada en la fidelidad, en la entrega generosa, en el darse sin medida, en la espera permanente, en la escucha y la propuesta acompañada. La paz a su lado quita el miedo. Una paz que mira al futuro y ve esperanza. Que mira hacía atrás y ve misericordia. Que mira al presente y ve su compañía.

La paz auténtica solo podemos encontrarla en Jesús. Él nos la regala. Nos ha hablado de ella. Una necesidad en este mundo lleno de luchas, incomprensiones, maldad, intereses personales, corrupción, hipocresía y complejos. Una paz que da valor.

La paz que Él nos da. La que disfrutamos de ser sus amigos. La de sabernos queridos por Él. La que su promesa de ayuda nos asegura. La de saber que no nos deja. Con Él el pasado es misericordia, el presente compromiso, el futuro esperanza. Su paz es un regalo


"En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo."
Cuando perdemos la esperanza de alcanzar la meta; cuando nos atenazan las dificultades y preferimos olvidar nuestros sueños; cuando lo que más deseamos nos resulta inalcanzable, el Señor nos dice: "Tened valor". Él ha vencido al mundo y también nosotros podemos vencer con Él.

Cada día es diferente pero la lucha aparece en nuestro horizonte. Algunas veces es interna. Luchar por no derrotarnos, por no desesperar. Por salir de la auto exigencia, por no caer en el pozo oscuro. Otras veces luchamos contra nuestra mente que nos engaña. Contra nuestro corazón que nos asusta. Contra nuestro cuerpo que no nos gusta. Hay luchas que nadie ve. En todas ellas hay una invitación al ánimo. Vamos con el que ha vencido a la muerte y Él nos ayuda a ganar.

Señor, tenemos muchas luchas.
Tienes razón.
Lucho para que no me arrastre la moda, la comodidad o la prisa,
para ser el conductor de mi propia vida.
Lucho para no dejarme llevar por voces y sensaciones negativas;
para escuchar la voz de la verdad, de la esperanza... tu voz.
Lucho para no pararme cuando tengo miedo o dudas;
para seguir adelante con confianza y esperanza.
Lucho para no cerrarme en mis caprichos,
para tener abiertos los ojos, los oídos, 
el corazón, las manos, la cartera...
Lucho a veces contra Ti, Señor,
porque todavía creo que tengo que agradarte para que me ames
y me olvido de que tu amor es gratuito, como el agua o el sol;
porque no acabo de entrar en Ti, 
de abrirte la puerta para que entres en mí
y olvido que la felicidad y la libertad más grandes nacen en Ti.
Te presento, Señor, todas mis luchas...
Muchos luchan para poder comer, para vivir en paz...
Su lucha, Señor, es tu lucha.
Que su lucha sea también mi lucha.
Pongo en tus manos mis luchas y mis esperanzas;
mis dudas y mis certezas, mi vida...
la lucha de todas las personas de buena voluntad.
Tú has vencido al egoísmo y a la mentira,
al pecado y a la muerte.
Y junto a Ti,
aunque a veces me sienta derrotado,
aunque a veces parezca que ganan "los malos",
yo también venceré;
el amor, la verdad, la justicia y la paz vencerán.
Gracias, Señor, por esta esperanza.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...