…”Dichosos los invitados a la mesa del Señor”…
![Imagen](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRxVEuIdoc3Y7HX5TAtPluIs0_i-1XvYY-QkFHhgzkDacQzh8Ll8M2ffE3v1puRYU-hKQSfaIR6yVzXB2igGk9IXdIF0npRW4zIZ7KXocilBfFM3xWgr8iBtXX0AvoKbWU-oLv0SJREzc/s1600/20+MARZO.jpg)
…Quien sabe olvidarse y perderse en la ofrenda de sí mismo, quien puede sacrificar “gratuitamente” su corazón, es un hombre perfecto. En el lenguaje bíblico, poderse dar, poder entregarse, poder llegar a ser “pobre”, significa estar cerca de Dios, encontrar la propia vida escondida en Dios; en una palabra, esto es el cielo. Girar sólo alrededor de uno mismo, atrincherarse y hacerse fuerte significa, por el contrario, condenación, infierno. El hombre puede encontrarse a sí mismo y llegar a ser verdaderamente hombre solamente atravesando el dintel de la pobreza de un corazón sacrificado. Este sacrificio no es un vago misticismo que hace perder consistencia al mundo y al hombre, sino, al contrario, es una toma de consideración del hombre y del mundo. Dios mismo se ha acercado a nosotros como hermano, como prójimo; en resumen, como otro hombre cualquiera [...]. El amor al prójimo no es algo distinto del amor a Dios, sino, por así decir, su dimensión que nos toca, su aspect...