El éxito no siempre es buen consejero.
"Al Hijo del hombre lo van a entregar" (Lc 9,44) La sabiduría antigua dice: «la admiración humana es como el sol, se esconde detrás de la nube cuando queremos calentarnos con sus rayos» . Jesús se metió en situaciones que él sabía le iban a abocar a la cruz. Jesús sabe que la admiración de las multitudes es momentánea. Los mismos que le aclaman testificarán contra él . Le sostenía la relación con el Padre. De la experiencia de su amor sale la verdadera profecía. Amó la vida y supo para qué vivía. Se metió en los problemas del ser humano y del planeta. En el fondo los apóstoles también lo saben y prefieren no tocar el tema. Mientras, los discípulos discutían para ver quién era el más importante. El cristiano debe tener claro que el éxito no siempre es buen consejero. - Señor, aleja de mí el temor. Me descalzo ante ti, mi Señor, porque el terreno que piso es santo. Señor, dame la valentía de arr...