ESTAMOS EN TUS MANOS, SEÑOR
Cuando nos golpea la muerte de un familiar, nos preguntamos con dolor y rabia: ¿Por qué, Señor? La respuesta que tenemos los creyente es Cristo, y Cristo Crucificado. Todo el dolor del mundo está en la Cruz de Cristo. Solamente Jesucristo puede consolar nuestro corazón ante la muerte inesperada de una persona joven, como ha sido el caso de mi cuñada Magdaleni. Es verdad que estamos en las manos del Señor, pero nos cuesta entender muchas veces sus caminos. Solamente nos queda esperar en su misericordia. Haz crecer en nosotros la fe en la vida eterna, Señor. Es verdad que no se puede vivir sin fe. ¡Auméntanos la fe!