Este evangelio nos desafía a vivir según la lógica del Reino, donde el amor no es solo un sentimiento, sino una entrega concreta. Jesús enseña a sus amigos a interrumpir con la no-violencia la espiral de la violencia.
Ojo por ojo, diente por diente, fue un gran avance en la justicia. Evitaba la desproporción y la venganza. No hacer frente al que nos agravia es el avance de la misericordia, la justicia de Dios. Responder con bien al mal, pero sin perder de vista la dignidad.
Cambiar el 'ojo por ojo' por la misericordia, por el perdón, por dar una oportunidad, por el querer. No es sólo aguantar y no generar más conflictos, es dar un paso más y amar, y tener compasión de aquellos que no nos hacen la vida fácil. Hacer posible en la vida de cada día que se puede amar al otro de verdad, que se puede y debe dar la vida, que lo de amar a los enemigos no es una declaración de intenciones sino algo que se puede y debe hacer realidad.
El Evangelio nos invita a ser cortafuegos poniendo la otra mejilla, a ser, como en la oración atribuida a San Francisco, instrumentos de su paz. Que hoy, allá donde haya odio, yo ponga el amor. Allá donde haya ofensa, ponga el perdón.
Seguir a Jesús no es fácil: su propuesta, centrada en el amor, exige sobreponerse a toda inclinación egoísta y buscar por todos los medios, el bien de los hermanos. Nunca será entendido suficientemente el gesto de "poner la otra mejilla". Pero es puro evangelio del Señor.
Jesús nos llama a responder al mal con el bien, ofreciendo siempre más de lo que se nos da. Se trata, como escribirá Pablo, de no dejarse vencer por el mal, sino vencer al mal con el bien.
El mandamiento nuevo no se puede quedar en una máxima. Se convierte en real cuando perdonamos, ponemos la otra mejilla, prestamos y damos de lo nuestro al necesitado, acompañamos más de lo que nos piden, cuidamos... Nos damos de verdad a todos.
“No hagáis frente al que os agravia” Complicado en el mundo que vivimos, pues cualquier cosa nos molesta, evitamos hablar, llegar a un acuerdo dialogando y sobre todo perdonar, la gran falta de nuestro mundo, donde todos nos creemos estar por encima de los demás.
“No hagáis frente al que os agravia”. Buen consejo, Señor, que podemos aplicar en nuestra vida, en nuestras relaciones, cuando nos sentimos heridos por alguien, cuando nos dejamos llevar por la confrontación, la tensión, la disputa…en vez de practicar la mansedumbre que es don tuyo. Buen consejo para los políticos, que andan entre insulto e insulto, sin buscar nada más que sus propios intereses.
"A quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas." Si las relaciones y los encuentros que tenemos con los demás nos constituyen, hoy Jesús nos invita a la generosidad. Nos piden diariamente muchas cosas, más allá de lo económico. Nos piden lo mismo que nosotros pedimos: atención, cuidado, cariño, comprensión. Y sabemos todos, lo que duele la indiferencia, desinterés, olvido, distancia. Por eso Jesús nos invita al ejercicio sencillo de la observación, de la atención con las necesidades del otro. Y a la generosidad que nos colma de alegría.
Señor, dame un corazón paciente y generoso,
Llena mi vida de paciencia, pureza y amor sincero,
Danos la gracia de responder con paciencia
Amén.
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