Nuevos criterios


“Id también vosotros a mi viña”.
 
(Mt 20,1-16).

Somos llamados a trabajar en la viña de Dios, no tanto por la producción o la necesidad, sino para que descubramos la confianza que nos tiene. Llama porque lo necesitamos, no porque nos necesite. Y esa mirada confiada y valorativa la mantiene siempre. Nos ama siempre, nos quiere siempre, nos llama siempre. Ojalá que no seamos como los protagonistas del Evangelio que se quejan por la generosidad de Dios. No nos comparemos con la entrega de los demás, agradezcamos el amor que cada persona da.

Paradojas de la vida; y también del evangelio. El afán por ser los primeros puede terminar con la consecución del último puesto. Sin embargo, el amor vivido desde los últimos puede alzarnos hasta los primeros. Entender la vida de otra manera nos llevará a no entender nada.

Nos cuesta aceptar lo gratuito y, en vez de alegrarnos con la bondad de Dios, su generosidad y libertad nos desconciertan. Pidamos al Señor que cambie nuestros criterios.

A veces nos creemos tan buenos que somos incapaces de ver la bondad de los demás y de Dios. Él llama en todos los momentos del día, de la vida. No se deja atrapar por nuestros tiempos ni criterios de eficacia.  Su amor misericordioso es mucho más desbordante.

El Señor mira el corazón, sabe de nuestras necesidades, nos convoca para que el encuentro con Él llene nuestra vida y haga desaparecer nuestra soledad y espera.

En un mundo que agoniza por la avaricia, Cristo nos confronta: no es el esfuerzo lo que nos salva, sino la gracia que rompe las lógicas humanas. Al final, seremos juzgados por el corazón, no por el mérito.

 

 Primeros y últimos

Nos descoloca tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos.
A los que están al final
los adelantas,
y a quienes se pavonean,
ufanos por su asiento preferente,
los mandas a la última fila.
A quienes lucen los galones
del cumplimiento y la perfección
les ignoras las medallas,
mientras aplaudes la dignidad
de las cicatrices en historias bien vividas.
Siembras la duda
en los soberbios,
al tiempo que asientas
la verdad de los humildes.
Pasas de largo ante las mansiones
bien provistas
y te alojas en hogares
donde abundan las carencias
Nos ilumina tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos,
de primeros y últimos.


(José María R. Olaizola, SJ)





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