¿Adónde iremos?
“Es propio de la piedad el no obligar, sino persuadir... El Señor mismo no emplea la fuerza, sino que, dando libertad, decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí»; y en particular a los discípulos: «¿También vosotros queréis marcharos»?” (San Atanasio)
La aventura de caminar con Cristo tiene su momento de calvario... y cuesta. Pero el que se embarque con Él, aunque no vivirá despreocupado y comodón, será verdaderamente feliz. Quien persevera hasta el final se salva.
Toda palabra que acogemos de Dios es Espíritu y nos da vida porque llena de sentido y de esperanza lo que vivimos. Nos pasan muchas cosas por fuera y por dentro. Encuentros, diálogos, tensiones, silencios. Todo lo de fuera nos deja un eco por dentro. Alegrías, risas, tristezas, lágrimas. Pero necesitamos saber que vamos en alguna dirección. Vivir no es que pasen los días, es construir una historia de salvación. Es reconocer que hay una presencia que ilumina y llena de amor nuestra vida y la de la gente que nos acompaña en el camino.
¿Cuál es el escándalo del cristianismo? Que un solo hombre, Jesús de Nazaret, se autoproponga como la auténtica salvación de todos los seres humanos que han sido, son y serán. "Este modo de hablar es duro". Ante el escándalo, la confesión: "Tú tienes palabras de vida eterna".
La pregunta de Jesús a sus discípulos buscar definir la relación. Es necesario responder a preguntas entre amigos sin sentirse herido, juzgado o malinterpretado. Las respuestas definen los lazos que unen, los valores que priman, y el cariño auténtico que estrecha.
Las palabras de Jesús son exigentes, su propuesta no es fácil, lleva a un profundo cuestionamiento de lo que hacemos y somos. Hay que responder y seguirle. No hay alternativa. Hay quienes, por prejuicio o por desconfianza, abandonan el camino del discipulado. A veces se difunden teorías atractivas, pero sólo son palabras. Nada más que palabras. Por eso es preciso reconocer que sólo Jesús tiene palabras de vida eterna. Él es la vida.
Nada de vacilar, nada de dudar... las palabras de Él tienen vida eterna. Nada de miedo a la exigencia, nada de dudas sobre nuestra capacidad... el Espíritu del Señor da vida, fuerzas y energía para seguir. Nada de abandonar, nada de dejar el seguimiento.
¿A quién vamos a ir, si no es a ti?
¿A los discursos incendiarios de los vendedores de humo?
¿A las metas efímeras de un mundo fugaz?
¿A los fantasmas apresados en un espejo?
Solo Tú tienes palabras de vida eterna.
Búsqueda de Dios
mi corazón joven te busca a Ti, Dios mío,
y tiene sed y tiene hambre y tiene ganas de ti,
como la cierva que busca el agua;
¡Cómo lo siento, Señor!: mi corazón tiene sed de ti;
mi corazón busca en ti a Alguien que llene su existencia.
Te busca con pasión y con fuerza, Oh Dios vivo, Dios de la vida,
y me pregunto a cada paso. ¿Cuándo veré tu rostro, tu faz, Oh Dios?
En mi camino muchas veces no te he buscado y me he perdido.
Mi pecado, mi desorden, mi egoísmo
Mis limitaciones se convirtieron en lágrimas que mojaron mi pan,
y al comerlo me preguntaba de nuevo: ¿Dónde está tu Dios?
En ti pongo mi confianza,
Tú me saciarás.
(Adaptación del salmo 42)
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