La apariencia
El camino de la fe nos ayuda a que "lo de fuera" y lo "de dentro" se vayan reconciliando. Que lo que vivimos externamente, nuestro trabajo, las personas con las que compartimos, los horarios, nazcan de una decisión interior de elegir y optar por lo que nos toca vivir. La libertad de abrazar la realidad nadie nos la puede quitar. Nadie nos quita la vida. La damos voluntariamente en medio de los acontecimientos y los encuentros que ocurren cada día.
" Os parecéis a sepulcros blanqueados" La imagen que tenemos de los fariseos es negativa. Pero tenían su parte buena. Eran observantes y cumplidores de la ley. Buscaban hacer bien aunque alejados de la esencia: los demás y Dios. Atrapados en la letra y en la apariencia. Una llamada al discernimiento.
Quien más y quién menos, todos ofrecemos un rostro que no siempre se ajusta a nuestra verdad más auténtica. Mostremos lo que somos, sin caretas ni escondites.
En nuestro mundo occidental las apariencias siguen haciendo furor. No importa que por dentro rebosemos de crímenes y maldades mientras el exterior esté blanqueado.
La hipocresía mata a quien la práctica y contamina a todo su entorno, con la mentira.
La imagen es apariencia. La apariencia lleva al error en el juicio. La verdad nace de dentro y se muestra en las obras que llevan a poner la vida en juego. Aparentar puede generar una gran atracción pero a la larga lleva al desengaño, a la falta de profundidad. La vida es lo que Él nos da, un regalo que debemos compartir y entregar, una vida que se convierte en compromiso en la historia con nuestros hermanos.
Profundiza la palabra y muestra con hechos al Dios de la vida.
Descubrir tu más profunda verdad, ante la luz del Espíritu, te da un plus de autenticidad y libertad, que te ayuda a elaborar la mejor versión de ti mismo.
Hoy la Iglesia celebra a san Agustín, hombre de fe, buscador de la Verdad, apasionado de la comunidad, sabio e incansable evangelizador.
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