Señor, abre mi corazón
“Satanás está
perdido”.
(Mc 3, 22-30).
Acusan a Jesús de magia, dicen que es enemigo de Dios porque
libera al ser humano.
Esto es insultar al Espíritu, eso es actuar de mala fe.
No hay lugar para el perdón.
Pecar contra es Espíritu es aniquilar el aliento y la
esperanza; es desinflar la confianza en el Padre; es arrasar el deseo de crear
un mundo justo y habitable para los pobres; es robar el aire, el pan, la
palabra, la salud, la escuela, el hogar, la libertad o la alegría.
El Espíritu sopla donde quiere, pero se hace presente donde
hay liberación, entrega, creatividad, vida compartida.
Movido por tu Espíritu
diré, una y mil veces diré, que tú, Jesús, eres mi Dios y Señor, que eres mi
amigo, mi libertador.
Siempre nos acompañas
en los caminos de la historia.
Contigo construimos
esperanza en el mundo.
¡Bendito y alabado
seas, Señor, por siempre!
- Señor, que
respete y no juzgue a quien piensa diferente.
Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.
Estar abierto es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Estar abierto es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Estar abierto es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Estar abierto no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
acoger a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
escuchar nuevas ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
Señor, abre mi corazón
a tus hijos, mis hermanos,
a tu palabra y a tu amor.
a tu palabra y a tu amor.
Estar abierto es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Estar abierto es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Estar abierto es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Estar abierto no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
acoger a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
escuchar nuevas ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
Señor, abre mi corazón
a tus hijos, mis hermanos,
a tu palabra y a tu amor.
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