Prolongar a Jesús
“Llamó a los
que quiso
para que estuvieran con él”.
(Mc 3,13-19).
No somos
nosotros los que elegimos.
Es Jesús el que
llama, el que lleva la iniciativa, el que va por delante.
Y no busca
nuestros méritos, sino que seamos dóciles a su voz.
A nosotros nos
toca responder.
Porque Él quiso.
Porque Él quiere
y sigue queriendo.
Porque sigue
llamando a los frágiles, a los débiles.
Porque es eterna
su misericordia.
Porque un día y
otro nos mantiene sirviendo, compartiendo lágrimas y derramándolas.
Amando lo
imperfecto.
Jesús nos habla
llamándonos por nuestro nombre.
Si escuchas su
voz, brotará en ti una capacidad de amar como no imaginas, ensanchará tu
corazón para que quepan todos.
Si sigues a
Jesús aprenderás a vivir en libertad y a entregar la vida por los caminos.
“El seguimiento
no es una simple fidelidad moral a Cristo, sino una prolongación en la vida
propia y en el mundo actual de la realidad plena de Jesús. No se trata de
imitar a Jesús, sino de prolongar a Jesús” (Karl Rahner) para “hacer la
historia de hoy como Jesús hizo la de su tiempo” (Jon Sobrino).
Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría
para los pequeños, ruega por nosotros.
Amén.
- Señor, haz que tenga presente que tú me elegiste.
Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte.
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte.
Amén.
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